La Central Sindical Independiente y de Funcionarios, CSIF, informó el año pasado a la Dirección del Centro Penitenciario de Algeciras, así como al Servicio de Prevención de Instituciones Penitenciarias, la existencia de numerosos casos detectados de lipoatrofia semicircular muscular en los trabajadores (y, sobre todo, trabajadoras) del centro algecireño, donde se tiene constancia de más de 30 casos. Sin embargo, hasta día de hoy, no ha habido ningún tipo de respuesta ni se han adoptado las medidas necesarias para evitar que prolifere esta enfermedad laboral, ni para su facilitar su tratamiento médico. Ante esta situación, CSIF ha iniciado una campaña informativa entre el personal de la prisión con la intención de que los casos puedan ser diagnosticados adecuadamente y registrados con informes médicos para que la Administración ponga cartas en el asunto de forma definitiva.
Esta enfermedad, denominada también ‘del edificio enfermo’, cuyas primeras apariciones datan de 1995, se debe a la exposición continuada del trabajador con campos electromagnéticos y elementos conductores de cargas electroestáticas, combinadas y agravadas por otros factores como la nula ventilación, poca humedad, deficiencias en las derivaciones a tierra de los aparatos y equipamientos eléctricos. Todos estos parámetros se manifiestan uno a uno, en los búnkeres de las prisiones de nueva construcción, desencadenando en el cuerpo de los trabajadores graves dolencias como la desaparición parcial de la grasa subcutánea en las piernas, una sensación de pesadez en extremidades inferiores y un alto grado de fatiga. Si bien estas lesiones son generalmente reversibles, en algunas trabajadoras del centro penitenciario se han diagnosticado casos de difícil recuperación sin cirugía específica, debido a la gravedad ocasionada por la repetida exposición durante años.
El centro penitenciario algecireño fue inaugurado en el año 2000 y desde los años 2005 y 2006, que se sepa, se vienen produciendo casos de esta enfermedad casi desconocida, pero es a partir de 2008 cuando debido a una mayor estabilidad en la plantilla y unido a la llegada de un gran número de mujeres funcionarias (por la unificación de escalas masculina y femenina) que son las que en su mayoría ocupan estos puestos afectados por la lipoatrofia, comienzan a aparecer más y más casos y a agravarse los ya existentes. Durante estos años los trabajadores no denunciaron esta situación bien por miedo a perder su puesto, bien por desconocimiento de esta enfermedad, que en muchos países de nuestro entorno y en la Administración catalana se reconoce ya como “enfermedad profesional” y no como accidente laboral, que es como se recoge en el resto del estado por parte de las autoridades laborales y sanitarias.
Desde CSIF se ha solicitado un estudio de la situación actual con mediciones específicas, se ha pedido la adaptación de las consolas (puesto telemático desde donde manejan los funcionarios de prisiones las aperturas y cierres de los rastrillos y celdas) así como mejoras en el ambiente de trabajo, que garanticen la protección de la salud de los trabajadores.
Ante la falta de respuesta de la Administración, CSIF insiste en la necesidad de poner en marcha estas medidas, ya no solo para evitar la enfermedad sino también sus consecuencias a largo plazo, aún desconocidas, sobre la salud de muchos trabajadores de este centro.