Entre el 21 y el 22 de junio el hemisferio norte se encuentra inclinado hacia el sol y el sur está, por tanto, en su punto más alejado del astro rey, lo que da lugar a un solsticio de verano que acarrea el día con más minutos de sol de todo el año. Sol intenso, cercano, tardes prolongadas de luz infinita, playas abiertas con innumerables fiestas que reciben la tan esperada temporada de verano, chiringuitos con el tintineo constante de ese líquido que busca fundirse en hielo y música bailonga de fondo, olas rompiendo ofrecidas a perderse en ellas con la necesidad que se introduce un amante desesperado, levante en calma o enfurecido que hace de este sur único hasta cuando muestra sus aires difíciles. Al levante se le cruza el poniente como a estos días largos sus noches cortas. Días y noches son como las luces y las sombras que iluminan a unos, que persiguen a otros. Se cruzan, a todo día le llega su posterior noche y, tal cual, al contrario.
Sanchismo. Oficialmente, queda inaugurado. Los años en la sombra de Pedro circulando solo por las carreteras de España le han llevado a un lúcido amanecer con sol radiante, Moncloa de fondo y la palpable percepción de que el sanchismo está en alza -el vídeo con la perrita en las escaleras del poder es de becario en prácticas de marketing político...-. No obstante, para el PSOE se ha hecho de día, al menos para una parte de él. Pedro se atreve a hacer lo que nunca antes y es posicionarse clara y públicamente contra el susanismo en Andalucía, no solo llevándose a María Jesús Montero y retrasando después la financiación autonómica en un claro atentado contra, sobre todo, la Andalucía de Susana, no solo nombrando a Planas en Agricultura, no solo reconociendo a su círculo cercano memoria histórica referente a todas y cada una de las afrentas recibidas, sino además nombrando delegado del Gobierno en Andalucía a Gómez de Celis, que más que enemigo de Díaz es el jefe de ese ejército creciente de enemigos de la presidente de la Junta.
Tras el nombramiento de De Celis vendrán otros, subdelegaciones del Gobierno por provincias, zona franca, puertos y ninguno será de la cuerda del susanismo; de hecho, pronto se verán sus procedencias siempre teniendo en cuenta que en casos concretos deben ser funcionarios de grado 1 y que cubrirán las plazas hasta que se agote la presente legislatura, 2020, ya que como se preveía desde un principio Sánchez aguantará contra viento y marea en Moncloa hasta entonces - su perrita también-.
Conoce bien que en el PSOE hay dos ideas fundamentales ligadas a su ADN desde que Pablo Iglesias, el auténtico, levantara el primer puño y es que sabe regenerarse como una salamandra cuando debe soltar un órgano infectado y conoce al dedillo la mecánica que le lleva en grupo a alinearse en fila tras un poder interno establecido. Porque el PSOE es, con diferencia, el partido que mejor interpreta la palabra poder en su amplio concepto: tanto cuando debe aliarse con otro para conseguirlo, cuando debe ampararse en otros para que prospere una moción de censura, cuando convence a su izquierda o a su derecha o a nacionalismos y/o independentismos para pactar porque ha hecho arte de una posición ideológica de una cosa y la contraria y cuando se agrupa tras esa palabra maravillosa que suena a comida o sexo y que en política aúna ambas cosas y es tener el poder. El poder genera fidelidades y/o simpatías al mismo ritmo que la falta de él produce lo contrario. El interesante ver cómo, por tanto, el Partido Socialista se remueve estos días inquieto dentro de su propia piel, cual reptil que debe soltar pellejo para crecer.
Encuestas dirán en breve que el PSOE sube, todo él. Ciudadanos aguanta porque el PP se cae, mientras que Unidos Podemos resiste pese al chalet de Pablo. Y salvo la formación de Rivera, nadie quiere elecciones ahora porque todos tienen asuntos internos que tratarse y, en algún caso concreto, hacerlo en la oscuridad porque se les ha hecho de noche profunda y llueve.
Pena, Penita. En el PP se ha hecho de noche. Es curioso comprobar cómo en tan poco todo se ha caído. Poco antes de la consulta en Cataluña parecía momento idóneo para que el PP convocara elecciones con una España engalanada en banderas nacionales, ansiosa por tener un himno con letra para cantarlo, poseída por dos palabras: unidad nacional. Pero esa medalla se la quedó Ciudadanos, al tiempo que el PP se dejó perder por tantos casos de corrupción que soportarlos uno tras otro ha sido demasiado incluso para un país permisivo en la materia como es España.
El no de Feijóo es terrible porque, al margen de la idoneidad del gallego por todo, abre un proceso de lucha interna y pública inhabitual en un partido que en esto no es el PSOE, donde saben perfectamente acuchillarse con certera profesionalidad. Aquí no, falta ductilidad en el manejo de la daga habituados como están a que sea un poder superior el que designe línea de sucesión. Entre Sáenz de Santamaría y Cospedal, Casado, que visto lo cual juega con el papel de representar juventud y renovación frente a la batalla que ofrecen dos mujeres que han estado estos años a la derecha e izquierda de Rajoy y que, por ello, muestran un perfil más continuista en un partido que a todas luces necesita un lifting completo.
El equipo actual que lidera el PP-A con Juanma Moreno a la cabeza es más de Sáenz de Santamaría, de hecho libró batalla con el sector de Cospedal representado por el ex ministro Zoido y los ex alcaldes de Córdoba y Jaén, Nieto y Fernández de Moya. Contra Cospedal también está Arenas y, por tanto, Antonio Sanz, que ha vuelto a sus labores en la provincia de Cádiz tras abandonar con mucho pesar el que ha sido el cargo más a su medida en su larga trayectoria política porque ser delegado del Gobierno, el mismo que desde este viernes ocupa De Celis, ha sido quizás lo más gustoso para él. En el PP existe el comentario interno sobre qué sería de la candidatura de Moreno si incorporara a andaluces de peso ahora sin actividad como todos los citados, como Fátima Báñez, hasta Montoro. Pero quizás eso a Moreno le daría sombra y prefiere luz aunque sea la de un día corto.
¿Qué pasará? Los dos partidos principales se dividen en batallas internas, bien es cierto que uno bajo el amanecer y la luz dorada del poder absoluto y el otro entre la sombra de una noche gélida. Astronómicamente comprobado está que con el solsticio de verano se apareja el día más largo, pero unos y otros saben que tras él, por largo que sea, inexorablemente siempre llega la noche.
