A la sombra de la mata

Publicado: 02/02/2020
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Bomarzo

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Nunca he pensado que el hecho de sentirse muy andaluz te haga más español, que es probable
"Un andalucismo que nace de nuestra forma de ser españoles; cuanto más andaluces seamos, más españoles seremos": el presidente de la Junta en su disertación con motivo del primer año de gobierno de PP y Ciudadanos combinó en una frase la palabra andalucismo y la idea de que cuánto más andaluces somos, más españoles seremos y, claro, la mezcla te puede dejar como a púgil a punto de besar la lona. Aturdido. Nunca he pensado que el hecho de sentirse muy andaluz te haga más español, que es probable, lo que sí cada día parece más evidente es que esta españolidad supina que se respira en esta tierra no le ha acarreado grandes beneficios, muy al contrario porque cuando eres hijo obediente y orgulloso de serlo sueles merendar el último. O no merendar. Bonilla, en su discurso, destacó que tras este año las cosas en Andalucía iban mejor por una cuestión de "estabilidad" y se tatuó a sangre su renacido andalucismo por cuanto estará alerta de los peligros que para esta comunidad supondrá los supuestos beneficios que el gobierno de Sánchez y Unidas P tengan para con País Vasco y Cataluña. Que los habrá, nadie lo dude. Un Sánchez al que Bonilla ha pedido en tres ocasiones reunirse y que, de momento, ha encontrado hueco en su agenda para hacerlo con el aún presidente catalán Torra este seis de febrero. Es lo que tiene ser hijo dócil, te hacen caso más tarde. O nunca. Ahora el PP intenta asir el mástil del nacionalismo andaluz, ese mismo que ondeó el PSOE durante casi cuatro décadas porque siempre fue  el partido nacionalista andaluz por excelencia, no dejó hueco ni a Blas Infante ni a un Partido Andalucista que se quedó anclado en el ámbito rural y en el Andaluces de Jaén de Jarcha.

La mata. Y hasta qué punto Andalucía no es un problema para Sánchez que ha decidido postergar su congreso federal hasta el 2021 por aquello de que antes quiere resolver un par de cosas en Madrid y una es sacar adelante los presupuestos anuales; con ello, retrasa el esperado congreso andaluz donde se debe debatir, discutir y votar tanto el liderazgo del partido en la comunidad como el quién capitaneará la marca de cara a las próximas elecciones a la Junta. Cuando muchos estaban asomando el flequillo para salir de detrás de la mata y hacer públicas sus intenciones, normalmente contra la actual situación, el retraso anunciado por Sánchez vuelve a meterles tras los matojos -en un acto reflejo de prudencia- hasta que se aclare el proceso, por cuanto la resolución del enigma sobre si al frente seguirá Susana Díaz puede tardar entre uno o dos años más. Una eternidad.

Por tanto, casi todos otra vez de vuelta a la sombra de la mata. Es obvio que el retraso en principio beneficia a la ex presidente Díaz, que gana tiempo y utilizará la duda que transmite Ferraz en su beneficio para trasladar al socialismo andaluz que cuenta con el respaldo de Pedro Sánchez -"Me equivoqué cuando defendí un Gobierno de España tan de derechas como el suyo. Me equivoqué yo y acertó Pedro Sánchez...", dijo la señora Díaz a Moreno Bonilla y en el entorno del parlamento se agotaron los bastoncillos de oído ante tamaña muestra de interesado servilismo. Lo que hay que oír, se runruneaba...-. La espera, bien es cierto, se le puede hacer muy larga porque, de un lado, Ferraz no ha hecho un solo guiño al susanismo y en Andalucía crece por día el grupo que quiere el cambio y al que solo une, al menos de momento, esta idea, cambio, no un líder o un posicionamiento ideológico.

Algunos se decantan por Espadas, otros miran a Jaén y ven en Felipe Sicilia una oportunidad, incluso van más allá y creen en María de los Ángeles Férriz, muy enfrentada a Susana y activa en este proceso como lo están Mario Jiménez, María Márquez o Miguel Ángel Vázquez, y todos estarían de acuerdo en una María Jesús Montero que es a quien más teme Susana Díaz porque sabe que tras ella estaría Ferraz y casi todo el socialismo andaluz. En cambio para el PP el peor candidato, argumentan en voz baja, es Espadas, por su perfil moderado, porque ganar en Sevilla como lo ha hecho le otorga un plus de afinidad con el electorado y porque, sobre todo, su discurso está más centrado que el de Montero y es bien sabido que las victorias en urnas se producen mejor cuando capturas el interés del electorado de centro. En Sevilla lo ha demostrado tras arrebatarle a Zoído la alcaldía y ganar con amplia ventaja cuatro años después.

El camino a Díaz, por otro lado, se le puede hacer muy largo. Solo mantiene afinidad en Sevilla, que es de donde ha partido el grupo de díscolos y ese manuscrito en pos del cambio, y Córdoba, lo demás está o enfrente o ubicado detrás de la mata, a la espera.

El Partido Popular, mientras, ha tenido un primer año plácido, nunca imaginó que el tránsito para hacerse con las riendas de la Junta le iba a resultar tan cómodo. Le viene bien, además, el derrumbe de Ciudadanos e, incluso, el auge de Vox porque la formación de Abascal solo puede acordar con el PP y por ello representa un peligro medido -siempre que no crezca de manera incontrolada-; Cs sí podría virar y acordar con el PSOE y habrá que ver hacia dónde conduce la formación naranja tras ese congreso en marzo donde Arrimadas se hará con las riendas del partido y Marín pase a ser el líder no discutido en Andalucía -ahora tiene voces díscolas dentro-. El bipartito andaluz, en definitiva, ha disfrutado de una oposición blanda y lo será aún más a tenor de la cruzada interna que se intuye en un PSOE que cuando entra en modo orgánico y en sus batallas internas no suele estar para otras cosas.

La Andalucía de hoy no es aquella que relataba el Andaluces... de Jarcha, aceitunera altiva. Es otra cosa bien distinta. Al caso viene ahora que se cumple el primer año de una gestión con luces y sombras, ahora que comienza un mes de febrero que terminará en el Día de la comunidad -28F-, justo ahora que España debate consigo misma un modelo territorial donde catalanes y vascos tienen perfectamente delimitada su hoja de ruta y en el que Andalucía no juega ningún papel destacable. España se debate en dos horizontes: el urbano y la vaciada. ¿El cuál encaja Andalucía? Ya se están gestando grupos de Jaén existe o Almería existe, todos al reflejo de Teruel existe. Andalucía no es solo Sevilla, capital hermosa, única y especial, pero esta comunidad es mucho más y hora sería de subirse al tren del futuro. Porque a la sombra de la mata se está cómodo y no hay riesgo pero, por todos es sabido, el que no arriesga, no gana.

 

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