Puratasca, joya escondida de Triana

Publicado: 15/11/2019
Autor

Alerta Foodie

Álvaro Salinero, bajo el seudónimo de Alerta Foodie, lleva viajando para descubrir y reseñar restaurantes más de tres años

Cómete el mundo

Un pequeño rincón dedicado a compartir los secretos de la gastronomía, entre ellos las reseñas y recomendaciones de restaurantes

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La taberna sevillana que persigue la excelencia
Suelo ser bastante crítico con la situación de la gastronomía de la capital andaluza, posiblemente el hecho de que me haya criado en esta ciudad y el gran nivel de exigencia de la alta cocina en España me hace ser realmente exigente con la cocina de la ciudad que siento que es mi casa.

Pero sobretodo me hace ser injustos con algunas excepciones, como pudiera ser el caso de Cañabota o de Lalola, o como es este mismo caso. Puratasca es una pequeña taberna de barrio situado al final del barrio de Triana, lindando con la Cartuja. Con un exterior que aparenta ser un restaurante de barrio, de esos lugares donde los parroquianos acuden a tomarse una Cruzcampo bien fría y a ver el partido de fútbol de las siete de la tarde, pero no y aunque el interior no está mucho más cuidado es un pequeño comedor para unas 25 personas y con una cocina vista tras una barra metálica.

Carta corta con unas quince propuestas, materia prima cuidada, platos versionados que son muy divertidos al gusto, tirando a dulzones y con un buen remate en los principales. Sabores de medio mundo bastante conseguidos y una oferta que casi ningún gastrobar sevillano iguala.



Me encantó su ensaladilla de guiso de pollo de corral, con pepinillo, cebolla morada y mahonesa de mostaza, se sale del clásico sevillano de ensaladilla de gamba y es de las pocas versiones de ensaladilla que me parecen un acierto pleno. Su materia prima luce con las anchoas de Santoña en tostada acompañadas de mermelada de tomate o el capricho de la comida un caviar del Pirineo Aragonés realizado con el método iraní. Mas desacertado el tiradito de corvino que sé que es uno de los platos fuertes de la casa, la fruta de la pasión arrasa con todo el sabor y deja al pescado relegado. Terminé la comida con una presa ibérica de Gabriel Castaño servida sobre un mole poblano y puerro asado al carbón, maravillosa la salsa mexicana.

La verdad es que de vez en cuando te das una pequeña alegría y aunque ya conocía el buen hacer de los chicos de Puratasca, es realmente refrescante volver y ver que de vez en cuando está ciudad te da buenas comidas. Aunque pilla un poco a desmano, es uno de los sitios donde más merece la pena perderse.

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