“Miré los pliegues de la arena bajo la luna. - El desierto es bello – agregó. Es verdad. Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y, sin embargo, algo resplandece en el silencio”.
Así es como se describe un desierto en el libro “El Principito”. Esos lugares en los que el Sol brilla intensamente, el calor asfixia de día y el frío hiela de noche, el agua escasea y lo único que encuentras son grandes extensiones deo cálida arena. Estas áridas zonas pueden parecernos un lugar poco agradable, pero sería mucho peor si todo nuestro planeta fuera un desierto, y el azul de los mares y el verde de los bosques se tiñeran de ese amarillo desolador. Y eso es lo que pasaría si la desertificación sigue aumentando.
La Asamblea General de Naciones Unidas escogió el 17 de junio como Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, ya que este día fue la adopción de la convención de las Naciones Unidas de loucha contra la desertificación, que es uno de los problemas actuales que más afecta al planeta, y que con el tiempo va empeorando.
Solemos confundir la desertificación con la desertización, pero realmente son cosas muy distintas, puesto que la desertificación es el proceso de degradación del suelo que deja de ser fértil o productivo, y esto se produce por culpa de los humanos. Sin embargo, la desertización es cuando la erosión hace que las tierras fértiles se conviertan en desiertos, pero este proceso es natural.
Las principales zonas desérticas del mundo son los desiertos del Ártico y de la Antártida; el desierto del Sáhara (al norte de África); el desierto de Arabia; los desiertos de Australia; el desierto de Gobi (en el sur de Mongolia y norte de China); el Kalahari (al sur de África); el desierto Patagónico en Sudamérica y el desierto de Chihuahua (que ocupa parte de México y EE.UU), entre otros.
La desertificación del planeta es causada por la acción humana y también por el cambio climático, ya que cuando la temperatura es muy elevada y las precipitaciones escasean la vegetación se destruye, haciendo que el suelo no pueda protegerse de la erosión. Muchas de las actividades aumentan el riesgo de desertificación, por ejemplo cuando la agricultura es excesiva, el sobrepastoreo (que acaba con la vegetación del suelo), la tala masiva de árboles, los incendios forestales, la explotación del agua delos acuíferos y el aumento de la población mundial (que hacen que las actividades anteriores se realicen con mayor frecuencia).
Tanto la desertificación como la sequía son problemas a escala mundial, ya que nos afecta a todos de varias formas: la pérdida de la biodiversidad, la escasez de agua, se pierde la fertilidad del suelo (y la agricultura se ve muy afectada), los habitantes de las zonas perjudicadas por la desertificación se ven obligados a emigrar, las precipitaciones serían escasas y sequías habría muchas.
Al final del siglo XX se empezaron a tomar medidas políticas contra la desertificación y la sequía y se crearon organizaciones para combatir este problema. También se tomaron medidas como fertilizar la tierra, reforestar e introducir más plantas, no explotar las zonas con agua potable, moderar la agricultura o la prevención de incendios.
Pero nosotros, por nuestra parte también debemos tomar medidas contra la desertificación y la sequía, como ahorrar agua y no malgastarla, apoyar las asociaciones que defienden la naturaleza o manifestarnos para conseguir que no talen tantos árboles, que no exploten las zonas con agua o las tierras fértiles…
Nadie quiere que nuestro planeta se convierta por completo en un desierto, por eso pienso que todos tendríamos que contribuir con nuestros pequeños actos y deberíamos valorar más la naturaleza, porque sin ella nuestra existencia no sería posible.
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Alumnos del IES La Atalaya y el IES Los Molinos participan con sus trabajos con el periódico Viva Conil divulgando sobre ciencia y otros temas importantes en su realidad cotidiana. En esta ocasión ha sido redactado por Irene Ureba, alumna de 1º ESO del IES Los Molinos.