Seis minutos de golpes de talento y puntería reanimaron al Real Madrid, que iluminado por el croata Luka Modric dio la vuelta a la ventaja con la que acabó el Mallorca la primera mitad y que fue incapaz de resguardar para marcharse de vacío.
Modric fue el único que entendió el compromiso desde el principio. Después encontró el auxilio del alemán Mesut Ozil, que empezó en el banquillo. Y entre ambos enterraron las ilusiones isleñas, angustiadas cada jornada por la amenaza del descenso. El balcánico, héroe blanco tras Old Trafford, culminó la remontada con un gol de los que no es fácil olvidar.
El Real Madrid hace tiempo que dimitió de la Liga. Su forma de afrontar el campeonato carece de la tensión competitiva de alguien que pelea por un objetivo. Fuera del alcance el título, el cuadro de Jose Mourinho está para otras cosas. Con la plaza de Liga de Campeones en el bolsillo el segundo puesto es un premio menor. Una cuestión de honor.
Por eso el Madrid cambia de cara cada fin de semana. En eso tiene mucho que ver el preparador luso, que opta por alineaciones ocasionales, atípicas. Pensadas en dosificar a unos y regalar minutos a otros. En ensayos con la vista en otros torneos.
De nuevo ante el Mallorca el once blanco cambió de cara. Recuperó la zaga titular, con Arbeloa, Sergio Ramos, Varane y Coentrao, que no jugaron en Vigo. E insistió en Pepe, al que buscó una ubicación en la medular, junto a Luka Modric y Kaká, de nuevo protagonista. Igual que Álvaro Morata.
Para el Mallorca la Liga no es una broma. Todo lo contrario. Cada partido es una cuestión de vida o muerte. Llegó al Bernabeu con dos victorias seguidas. Situado en puestos de descenso en cada partido pretende un premio que alimente sus expectativas de salvación. Así llegó al recinto blanco.
El conjunto de Gregorio Manzano, que sabe lo que es salir triunfador del Bernabeu con el Mallorca, agitó pronto el partido. El cuadro isleño destapó las carencias por alto de su rival. Le dejó en evidencia a los seis minutos, cuando un centro del mexicano Giovani Dos Santos desde la banda izquierda fue aprovechada por Nsue para batir a Diego López.
El Real Madrid reaccionó. Morata pudo empatar con un remate que desvió el israelí Dudu Aouate y a continuación obtuvo el empate sin demasiado esfuerzo en una acción gestada por el croata Modric, el único que entendió el partido en la primera parte. Le dio el balón a Pepe que a trompicones asistió a Gonzalo Higuaín, que marcó a puerta vacía.
Lejos de llegar la normalidad el duelo siguió aturullado para los locales. Otro balón aéreo sonrojó a la zaga blanca. Un córner botado por Giovani otra vez. Bigas cabeceó en el punto de penalti y Alfaro, en el segundo palo, envió el balón a la red.
A excepción de dos disparos de Ronaldo el Real Madrid apenas inquietó a su rival, que alteró a la grada cuando amenazó con el tercero, en un remate aéreo de Hutton que salió fuera. Los pitos sonaron en el Bernabeu, que no entiende de trámites y ni intrascendencias cuando acude a ver a su equipo.
Mourinho movió el banco en el intermedio. Recurrió a Benzema y Ozil en lugar de Morata y Arbeloa. Sin tiempo para comprobar el efecto de la maniobra táctica el Real Madrid dio la vuelta a la situación en tres minutos, con dos golpes de talento.
El primero en un remate de cabeza de Cristiano Ronaldo. El segundo en un zapatazo de Modric, una volea desde fuera del área.
El croata se ha ganado al madridismo. El partido ante de Manchester le encumbró. Ante el Mallorca, el público se entregó y ya coreó su nombre. Después, Higuaín, a puerta vacía, sentenció el choque. En el tiempo añadido, con el partido agonizando y el Mallorca entregado, Benzema, sin oposición, completó la cuenta, un regalo de Higuaín.