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Desde la Bahía

El valor de popurrit

El fango que ahora se cita en los medios de comunicación y parlamentos es en realidad una hiel hecha de la amalgama del odio, la envidia o la venganza

Publicado: 13/10/2024 ·
13:13
· Actualizado: 13/10/2024 · 13:13
Autor

José Chamorro López

José Chamorro López es un médico especialista en Medicina Interna radicado en San Fernando

Desde la Bahía

El blog Desde la Bahía trata todo tipo de temas de actualidad desde una óptica humanista

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Quizás España sea el país más fuerte del mundo, pero en el sentido en que lo definió Otto Bismarck, el fundador de la Alemania moderna, que consideró que los españoles llevábamos siglos intentando destruirla y no lo habíamos conseguido. Para obviar este aserto, habría que empezar por construir una sociedad no igualitaria, sino una sociedad en la que cada persona sea lo suficientemente responsable para realizar aquello para lo que está más capacitado, es decir, para lo que es mejor, pero abstenerse de introducirse en aquello en lo que es mostrenco. Se juega a veces demasiado con vocablos como el optimismo para hacer ver que todo camina a lomos de un veloz cuadrúpedo, en ocasiones de modo pérfido, haciendo que los demás sufran este hecho empecinado y  fraudulento. Cuando esto ocurre, tenemos que pensar que se ha hecho un doble perjuicio, el mal realizado y el bien no llevado a cabo, siendo posible. Mando y obediencia tienen que ir unidos, como el hidrógeno y oxígeno del agua.

Que nadie considere que todos tenemos que mandar porque la democracia habla de igualdad, pues no hay gobierno más débil que el sometido a la pluralidad y masificación del poder. Las alianzas son anillos de boda, fuera de esta causa pueden transformarse en malas compañías. Dos cosas son importantes de recordar llegado este momento: una, cuando la masa o la multitud, como se quiera llamar, ejerce su poder queriendo imponer su autoridad, a veces esta es más cruel que la tiranía. La democracia no puede ser terreno natural para que predomine este hecho. La realidad que se vive parece indicar lo contrario. Empezamos a vivir tiempos en que todo clavo que sobresale recibe su correspondiente martillazo o, lo que es peor, mediante tenazas o grilletes se aparta de su lugar, ofreciéndole, a veces con suprema amabilidad, el destierro.

La vara de la justicia no puede ser nunca caña que se doblegue al viento reinante, aunque este ofrezca dádivas o cargos. Solo será misericordiosa con el que delinque y severa con el delito. Nunca le anegará su razón el llanto o los suspiros de las personas que piden justicia, ni alterarán su bondad. Por eso es el fiel de la balanza, que solo se inclina por el peso de la ley. Pero es importantísimo saber que no es el poder legislativo, que reside en el Parlamento. Las leyes, excepto casos muy excepcionales, no deben aprobarse por unanimidad por su proximidad a la dictadura, pero tampoco por una mayoría que supere al cincuenta por ciento. Debían de prolongarse estas aceptaciones a más de los tres cuartos de la Cámara Baja, para evitar caer en manos de asociaciones anormales en cuanto a su ideología, escala de valores y sentimiento de nación, porque es muy recomendable para estar en el camino de una sociedad avanzada que los trajes se acomoden al oficio o dignidad que se profesa. Hay en el país demasiadas almas pequeñas que siguen una ideología, lo mismo que siguen la moda, con un fervor miserable, sin darse cuenta de que ambas están sometidas a cambio, que nunca sabrán quienes y en donde se originan, en vez de revestirse con la piel de su conciencia y razón, que es la única que evitará que el linaje lo conformen siervos y tiranos. Si no, nos parecemos a las personas que pertenecían a la secta de los Anabaptistas Regocijados que sonreían cuando los humillaban o tiraban cáscaras de plátano como le ocurrió a San Alejo.

Cuántas veces hemos escuchado la frase “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Es una frase de una misericordia infinita que evoca a la ignorancia como causa del delito, pero no exime el pecado. Se ha sobrepasado esta forma de bondad espiritual, que ha quedado obsoleta, porque ahora no se perdona, sino como si se tratara de un encerado donde se escribe a tiza, se borra toda acción delincuente, sin que quede ninguna mácula que la recuerde. La amnistía tiene todos los elementos para ser una ecuación matemática: amnistía es igual a perdón más intereses. No nos interesa conocer el envés de las hojas que es precisamente donde están los esporos que dan lugar a una nueva planta. La pereza más que la ignorancia se ha transformado en el mejor argumento para acortar los años de condena que la sangre traidoramente derramada pide con gritos de ingratitud.

El insulto es una forma de expresión infame. Siempre indica inferioridad o falta de razón. La duda y la crítica siempre pedirán, como el agua al manantial que la contiene, transparencia y capacidad para saciar la sed, pero para ello las personas que precisan beber deben comprender lo preciso que es un filtrado severo. Los “husistas", secta que denunciaba los vicios y pecados cometidos con total impunidad en su tiempo, fueron quemados vivos. Que no exista posibilidad ahora de encender nuevamente el fuego. El fango de nuestros caños y playas es un suelo preciso y precioso en donde habitan alegremente los crustáceos o mariscos de concha y danzan a boca alzada los cangrejos.

El fango que ahora se cita en los medios de comunicación y parlamentos es en realidad una hiel hecha de la amalgama del odio, la envidia o la venganza y con la idea de que en él puedan hundirse, sin ser reconocidos, los más espurios intereses. Cuando las “circunstancias” que rodean al “Yo” personal, siempre sordo a la realidad, le confirman que ha cometido tantos errores y fraudes, que gran parte de la sociedad comienza a repudiarle y solo le quedan a su lado, aquellos unidos a él por oscuros intereses o desmedido afán de conseguir prebendas y forma de independencia, no quedan más salidas dignas que volver a empezar, entregarse a ser elegido nuevamente o defenestrado, o bien abandonar al ver que no estaba en el sitio compatible con sus mejores cualidades. España siempre será “UNA”. Sus diecisiete particiones solo es un esquema que limita paisajes pero nunca serán, ni soñando, líneas de independencia.

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