De nuevo los campaneros de Kike Remolino impactaron con  su puesta en escena y con la potente presentación.

Muy emotivo el primero de los pasodobles. Cuenta la historia de una mujer que le pide disculpas a su vecina por el ruido que hacen sus tres hijos. Ruidos que son música para los oídos de esta vecina que vive sola y recibe la visita de sus hijos una vez al mes. Gran remate y pasodoble.

Más grande el segundo, en el que defienden la libertad de las mujeres para amamantar a sus hijos donde quieran sin miedo a  ser criticadas por los retrogados que ven esto mal.

En la tanda de cuplés contaron que siempre los critican por no ver Juego de Tronos, el otro sobre un día de partido en el Cádiz. Bien rematados y con un maravilloso y complicado estribillo.

El popurrí completo, bien interpretado, pedazo de afinación y voces, acompañado del efecto de las campanas en los momentos adecuados.

Pase muy bueno, con el billete de acceso a semifinales casi asegurado. Bien por ellos.