Tras dejar muy buenas sensaciones en preliminares, regresaron Las Pinchapelotas con mucho humor y con ganas de pinchar todo lo que pillen.
El primero de los pasodobles, emotivo, al proyecto del Museo del Carnaval que aún no ha conseguido llevarse a cabo. En el segundo hablaron sobre las personas mayores que no pueden salir de sus casas por las deficiencias arquitectónicas que siguen teniendo muchos de los edificios de Cádiz y la calle. Destaca la música. Preciosa.
Buena tanda de cuplés, el primero para su marido Manolo que se tras tomarse una viagra, se quedó tieso él, en vez de otra cosa.
Lo mejor del repertorio, el popurrí, repleto de buenos golpes que mantuvieron la atención durante todo el tiempo.
Muy agradable esta chirigota.