El Loco de la salina

Apaga y vámonos

En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba sin orden y vacía. Había tinieblas sobre la faz del océano, y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Entonces dijo Dios: “Sea la luz”, y fue la luz.
Dios vio que la luz era buena, y separó Dios la luz de las tinieblas. Dios llamó a la luz Día y a las tinieblas Noche.No se lo va a creer, pero los locos leemos mucho la Biblia y sacamos a la luz cosas muy curiosas en las que no caen los cuerdos. Por ejemplo, la luz, esa cosa tan maravillosa que nos alumbra, nos da calor y guía nuestros pasos. En cuanto Dios pegó la media vuelta y dejó correr la bola del mundo, la luz cayó en manos del hombre. Y ¿qué hizo el hombre? Pues vio, exactamente como Dios, que era buena. Tan buena era que descubrió que manejándola a su antojo se agenciaba un negocio seguro. Dicho y hecho. Se puso a subirla y subirla y subirla. Desde que Moisés escribió esas hermosas líneas del Génesis el hombre no ha dejado de subir la luz. ¿Cree usted que hay derecho a eso? ¿Merecía la pena que Dios hubiera creado la luz para llegar a esta situación insostenible? Y ahora no vayamos a echarles la culpa a los chinos, porque se está poniendo de moda echarles la culpa a los chinos. Si nuestros gobernantes no lo remedian, van a subir la luz otra vez, pero ahora, aprovechando eso de la crisis, a tumba abierta y sin más historias. Dicen que un diez por ciento. Es evidente que las grandes compañías son insaciables, aunque debemos agradecer que, ya metidos en faena, no la suban un setenta o un ochenta por ciento. Gracias, aunque es seguro que nos van a dejar a dos velas. O a una, que la cera también está por las nubes. De cualquier forma no debemos ser pesimistas. Vayamos por partes, como decía Jack el destripador. Las cosas hay que verlas bajo un punto de vista positivo y optimista, aunque el cuerpo lo que pide es coger dos ladrillos y pegar donde duele. Yo calculo que quieren subir otra vez la luz, para que cada vez veamos menos el camino que conduce a la miseria. Siempre se ha dicho que ojos que no ven, corazón que no siente. Antiguamente nuestros ojos se cerraban de forma natural al final de nuestros días. Estos señores van a conseguir que adelantemos nuestros relojes vitales y nos acostumbremos a ir cerrando los párpados a ver si así llegamos a fin de mes. Pero claro, después comienzan a complicarse las cosas. Para ahorrar empezaremos a apagar luces y es cuando intervienen los ladrones, a los que la oscuridad les viene mejor que a una pareja la penumbra de las últimas butacas del cine. Después que nadie se queje de los robos con nocturnidad y alevosía. Las mujeres dejarán de dar a luz, porque la cosa no va a estar para dar nada y menos la luz. Usted se preguntará por qué no suben mejor el precio del caviar, el impuesto sobre los yates, el combustible de los aviones particulares y se frena tanto derroche como vemos diariamente a nuestro alrededor, muchas veces propiciado por quienes tendrían que estar dando un ejemplo de líderes con sentido común y con algunas luces. Pues no. Estamos en realidad a años luz de lo que debiera ser un paraíso de igualdades. Ya hemos llegado a un momento en que la gente lo que está suplicando es que la dejen tranquila. Suban la luz, suban el pan, el butano, la leche…, hasta que reventemos, pero no mareen más la perdiz, ni nos tengan con la angustia de estar esperando a ver la próxima barrabasada que nos tienen reservada. Si Dios bajara y viera cómo está el patio, estoy seguro de que inventaría algo distinto a la luz, aunque estoy por decir que se arrepentiría de haber soplado sobre aquel barro que tantos problemas le sigue dando desde entonces. Estoy por decir que como esto siga en este plan, apaga y vámonos.

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