El debate siempre ha estado unido a los sentimientos, a los colores, de una ciudad. ‘Llevar algo por bandera’ es luchar, pelear, sufrir, por lo que deseas representar. Hubo un tiempo en el que los colores amarillo y verde eran la señal identificativa de la bandera de nuestra ciudad.
Y si ya somos un país sin letra en el himno, en El Puerto somos una localidad sin bandera.
El portuense reconoce los colores verde y amarillo como propios, como identitarios, pero a nivel institucional no se quieren poner en valor. Un partido político, Independientes Portuenses, los utilizó en su día, y esto no gusta demasiado en el resto del espectro político.
Es como si el rojo fuera solo de la izquierda, aunque también lo utilice Cáritas, Coca Cola o Cruz Roja, y el azul sólo de la derecha aunque sean las tonalidades que usan Facebook, Pepsi o Twitter.
Es verdad que todos nos identificamos con formas e iconos, pero nadie es propietario de un color en particular.
El Puerto necesita de símbolos que lo representen. A falta del Vaporcito o de las palmeras del Parque Calderón, debemos hacer lo posible por sentirnos identificados. Todos a una por El Puerto.