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El Rey pide en el homenaje a Miguel Ángel Blanco que "lo vivido no caiga en el olvido"

Destaca que las víctimas "dignifican nuestra democracia" y merecen "permanentemente respeto y máxima consideración"

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El Rey Felipe VI ha instado, en el homenaje a Miguel Ángel Blanco, a "perseverar para que lo vivido no caiga en el olvido, para que la unidad nos convoque en torno a nuestra historia reciente, para que el espíritu de Ermua nos recuerde cada día, el valor de la paz, de la vida, de la libertad y de la democracia".

"No podemos permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó en esos dolorosos días de nuestra historia", ha subrayado Felipe VI, quien ha destacado que las víctimas "dignifican nuestra democracia" y merecen "permanentemente respeto y máxima consideración"

El Rey ha cerrado este domingo el acto institucional celebrado en la localidad vizcaína de Ermua en el 25º aniversario del secuestro y asesinato del edil del PP Miguel Ángel Blanco por parte de ETA y en recuerdo también de Sotero Mazo, asesinado en 1980 por ETA. En el homenaje también han intervenido el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el lehendakari, Iñigo Urkullu, el alcalde de Ermua, Juan Carlos Abascal, y la hermana de Miguel Ángel Blanco, Marimar Blanco.


Tras explicar que la Reina también deseaba acudir a este homenaje y ha sentido no poder hacerlo, Felipe VI ha comenzado su intervención recordando que el 14 de julio de 1997 vino a Ermua, entonces como príncipe, y ha asegurado que no podrá olvidar "cada instante" vivido. "Como todos los españoles que amamos la vida y la libertad, estaba consternado, conmovido, desolado", ha explicado recodando que tenía entonces 29 años, la misma edad que Miguel Ángel Blanco cuando lo asesinaron.

El Rey ha precisado que, con el recuerdo de este domingo a Blanco y a Mazo, "también honramos nuevamente a todas las víctimas del terrorismo", a cuyas familias ha transmitido su "cercanía, afecto y cariño".

Felipe VI ha repasado en su discurso "lo que pasó, su enorme trascendencia", y también lo que vivió y sintió en aquellos días "tan dramáticos".

En primer lugar, ha destacado que, cuando ETA secuestró y asesinó a Miguel Ángel Blanco, en Ermua "nació un espíritu que trascendió sus límites, se extendió por toda España y fue -sin duda- decisivo y determinante en nuestra historia de lucha contra el terrorismo".

"Hay fechas que permanecen para siempre en nuestro recuerdo, que nos acompañan durante toda nuestra vida. Los días 10 a 14 de julio de 1997 son imposibles de olvidar. Hoy, hace 25 años, el jueves 10 de julio, días después de que la Guardia Civil liberara a José Antonio Ortega Lara, toda España se paralizó ante la noticia del secuestro -uno más en aquella época terrible- de un inocente más: Era Miguel Ángel Blanco. Desde las tres y media de aquella tarde, todos estuvimos con su familia; todos fuimos -nos sentimos- una misma familia", ha rememorado.

Pocas horas después, ha destacado, tras conocerse "el despreciable ultimátum, Ermua, bajo el liderazgo de su entonces Alcalde Carlos Totorika y de la Corporación Municipal, salió a la calle de manera espontánea en señal de solidaridad y de repulsa..., de un rechazo rotundo ante una situación insoportable para una sociedad cansada, exhausta, harta ya del terror y del miedo".

El Rey ha recordado que se sucedieron en esos días las convocatorias de minutos de silencio y las manifestaciones en las calles "que transmitían un mensaje inequívoco y unánime".

"Ermua no descansó. De hecho, no lo hizo ni un solo momento, y regresó a las calles antes de que acabase el día. Nadie quería volver a su casa. Nadie podía hacerlo. El sufrimiento de esos momentos era tal que se hizo colectivo. Las vigilias siguieron iluminando la noche. Personas que se conocían, pero también muchos desconocidos, se reunieron alrededor de lo que empezó a conocerse como el espíritu de Ermua", ha recordado.

Según ha remarcado, ese espíritu se extendió y "el miedo paralizante del terrorismo se empequeñecía cada vez más frente a las movilizaciones multitudinarias que tomaron las calles, los espacios públicos, desterrando la violencia que se había apropiado de ellos durante tantos y tantos años".

Felipe VI ha remarcado que, tras el asesinato, "todos los sentimientos acumulados durante esos días de tanta intensidad se desbordaron" y fue entonces cuando "fuimos incapaces de reprimirlos" y "esa misma familia de la que formábamos parte se unió todavía más". "Esa unidad proporcionó una seguridad que nunca habíamos sentido, alejando el miedo que había estado presente en nuestro entorno durante tantos años y provocando un rechazo generalizado y contundente a la violencia física, psicológica y emocional impuesta durante todo ese tiempo", ha añadido.

Según ha recordado, "volvieron las manos pintadas de blanco. Y los lazos azules dieron paso a los lazos negros. Se multiplicaron en número y participación las manifestaciones y concentraciones". "Fueron las mayores movilizaciones en la historia de la democracia española en aquel tiempo. Nunca hasta entonces habíamos sido testigos de una respuesta tan decidida como la que hubo aquellos días", ha destacado.

EL RECUERDO DE BLANCO DEBE SEGUIR VIVO

De este modo, ha reiterado que "venir a Ermua entonces es imposible de olvidar" y el pueblo "se quedó pequeño para albergar tanta solidaridad, tanto respeto". En palabras del Rey, "ese día es parte imborrable de nuestra memoria colectiva".

De la misma manera, ha añadido, "hacerlo hoy también lo es, lo sigue siendo, siempre lo será". "El recuerdo de Miguel Ángel debe seguir vivo para que también siga vivo el valiosísimo significado de aquellos días. Es de justicia", ha remarcado.

El Rey ha apuntado que "las conciencias de los españoles se movilizaron" pero, aun así, "tuvieron que pasar muchos años, muchos más episodios de secuestros, asesinatos y amenazas; de sufrimiento, muerte y duelo". En todo caso, ha insistido en que "Ermua -su espíritu-, fue uno de los momentos más relevantes que marcaron para ETA el camino hacia su final".

"Ese punto de inflexión, triste y desolador, nos ha traído hasta aquí. El espíritu de Ermua es la victoria de la conciencia colectiva de todo nuestro pueblo; es la victoria de la dignidad y de la moral frente al miedo y al terror; es ejemplo, en fin, de nuestra fortaleza", ha valorado.

Por todo ello, Felipe VI ha advertido de que "no se puede permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó en esos dolorosos días de nuestra historia, que no sepan cómo y por qué unió nuestra conciencia colectiva, que desconozcan algo que también contribuyó a asentar nuestra convivencia o el masivo movimiento que hubo en España tras un asesinato que marcó tanto nuestra vida democrática".

Según ha indicado, "esos días nos recuerdan también que tenemos que defender, como un deber permanente, los derechos de los que fueron privados Miguel Ángel Blanco, Sotero Mazo y todas las víctimas del terrorismo: la vida, la libertad y la dignidad". "Como igualmente es nuestra responsabilidad la defensa de los valores y principios en los que se basa nuestra convivencia democrática", ha añadido.

El Rey ha reivindicado que las víctimas del terrorismo "dignifican nuestra democracia". "Su dolor y el de sus familias nos importa y nos concierne. Por eso merecen permanentemente nuestro respeto y nuestra máxima consideración", ha señalado.

En este marco, ha animado a "perseverar para que lo vivido no caiga en el olvido, para que la unidad nos convoque en torno a muestra historia reciente, para que el espíritu de Ermua nos recuerde cada día, el valor de la paz, de la vida, de la libertad y de la democracia".

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