“Creo que el mejor modo de facilitar la reconciliación es mantener la presión militar sobre los taliban”, aseguró Rasmussen en una rueda de prensa.
El Gobierno afgano ha reconocido en los últimos días negociaciones con los talibanes para intentar buscar un final dialogado de la violencia en el país.
El secretario general de la OTAN defendió ese “proceso de reconciliación liderado por los afganos” y aseguró que la Alianza está dispuesta a ofrecer “asistencia práctica” para facilitarlo si así se lo solicita Kabul.
Además, subrayó que en ese proceso deben cumplirse “ciertas condiciones” y garantizarse que quienes participan en el diálogo deben “respetar la constitución democrática afgana, los derechos humanos -incluidos los derechos de la mujer- y abandonar las armas”.
En la misma línea, Estados Unidos defendió las negociaciones, dijo estar al corriente de ellas y se mostró dispuesto a participar en ellas en apoyo de las autoridades afganas.
“Siempre hemos reconocido que la reconciliación tiene que ser parte de la solución y haremos todo lo que podamos para apoyar ese proceso”, explicó en una rueda de prensa el secretario de Defensa, Robert Gates.
Según el responsable estadounidense, Washington ha pactado con el gobierno afgano un compromiso de “transparencia” en el proceso.
“Sabemos lo que están haciendo, ellos saben lo que hacemos y conocen nuestros requisitos”, explicó.
Preguntado por el escepticismo con el que hace pocos meses EEUU veía el diálogo con los talibán, Gates opinó que “cuando las oportunidades se presentan, merece la pena explorarlas” y ver si pueden traer avances a corto plazo o servir para construirlos en el futuro, aunque sea difícil.
En esa misma comparecencia, la secretaria de Estado, Hillary Clinton, dejó claro que la “reconciliación es un proceso muy complejo que apenas está empezando” y que es pronto para saber si dará resultados.
Al mismo tiempo, Clinton subrayó “el progreso que se está logrando sobre el terreno”, tal y como muestran varios informes y el repaso de la situación ofrecido en los últimos días por el jefe militar estadounidense en Afganistán,
el general David Petraeus.