En su propósito de que no se le pueda considerar el partido de la crispación, ni de neocon, ni tachar de facha o calificativos peores si es que los hubiera -y ello simplemente por haber efectuado oposición durante la anterior legislatura, que es precisamente lo que debe ejercer quien no gobierna-, el PP ha anunciado que en 2009 emprenderá una nueva senda para tratar de acercarse más a los ciudadanos. Y ha elegido modelos triunfadores: los de Sarkozy y Obama, para ver si Rajoy consigue ganar el tercer asalto. (A este respecto, por cierto, la cadena de televisión creada al amparo de Zapatero, la Sexta, anuncia que actualmente existe un empate técnico entre socialistas y populares). El nuevo discurso arrancará con la celebración de un foro abierto a finales del mes de enero, si bien ya se conoce el leiv motiv: Queremos, que inequívocamente recuerda al Podemos, Yes we can, que encumbró a la presidencia a Barack Obama.
Así que los asesores de Mariano Rajoy prescinden de la niña que tanto revuelo provocó, sin éxito, durante los debates con Zapatero, a quien su particular ceja emulada y repetida por cantantes, actores y demás artistas, le ofreció mejor resultado. Si se permite la broma, se conoce que la niña del cuento futurista de Rajoy habrá crecido y se habrá marchado de casa a buscarse la vida como buenamente pueda. Ahora Rajoy y los suyos se olvidan del futuro y optan por enviar mensajes a través de verbos en primera del plural del presente de indicativo: Somos, Sabemos, Pensamos, Sentimos, Apostamos y Nos comprometemos son los eslóganes que articularán seis grandes áreas ideológicas con las que el PP afrontará las elecciones europeas, gallegas y vascas.
Aunque la política siempre se ha servido de la propaganda para llegar a las masas, cierto es que el peso de las campañas publicitarias ha crecido a medida que ha evolucionado el medio audiovisual; y ha crecido de manera proporcional a la reducción del componente discursivo del debate político. Las ideas se han visto desplazadas por los impactos, por las frases cada vez más cortas e incisivas que comportan en la audiencia sensaciones más que reflexiones. Es la hora del lenguaje de acceso fácil, la oratoria del sms, para que lo que digan nuestros líderes se consuma de manera rápida, sin pensar.