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España

El ?efecto Zoido? se desinfla

En el diseño de la maniobra de asalto al poder en la Junta, el papel asignado a Juan Ignacio Zoido era fundamental

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  • Elecciones -
Una de las claras conclusiones del resultado de las elecciones autonómicas del 25M en Sevilla no es sólo que la provincia se erige, una vez más en las citas de todo tipo con las urnas -generales, municipales, europeas, regionales-, como el bastión inexpugnable del PSOE, sino que también se ha desinflado el ‘efecto Zoido’, el tirón popular del alcalde de la capital hispalense, en virtud del cual el PP había conseguido arrasar en la ciudad del Guadalquivir en las elecciones municipales (20 concejales) y catapultar a Cristóbal Montoro al Congreso cuando se presentó como cabeza de lista en las pasadas elecciones generales de noviembre yendo del brazo de un alcalde que gozaba de las mieles del mayor triunfo popular en la historia de la Democracia.

La estrategia de Javier Arenas para estos comicios autonómicos se ha basado en colocar como banderín de enganche de sus listas en cada circunscripción de Andalucía a los alcaldes de las capitales de provincia de la comunidad que habían logrado la victoria en las municipales de mayo de 2011. Mediando tan sólo diez meses entre aquellas elecciones y las autonómicas, con el paréntesis del verano y las generales entre ambas, la idea de Arenas era que sus alcaldes de las grandes urbes no tendrían tiempo para sufrir el desgaste por su gestión en un escenario de ajustes generalizados por una crisis que podía imputar a Zapatero, y que la estela del triunfo en las municipales de mayo podría prolongarse hasta las autonómicas del pasado domingo.

Símbolo de cambio
En el diseño de la maniobra de asalto al Poder en la Junta, el papel asignado a Juan Ignacio Zoido era fundamental. El PP, tras su arrolladora e histórica victoria en Sevilla, lo había convertido en el símbolo del cambio que preconizaba para Andalucía y en un referente nacional para el partido de la gaviota.

Pese a haber sido anteriormente delegado del Gobierno de Aznar en Castilla-La Mancha y en Andalucía y secretario general del PP andaluz durante los meses en que Antonio Sanz se apartó de la primera línea como fiel escudero de Arenas, Zoido no tenía especial relevancia interna ni externa para sus correligionarios. Era un aspirante más que había tocado el pelo del Poder de una forma vicaria en cargos institucionales y orgánicos, pero que no se había batido el cobre en la calle ni había sido refrendado por las urnas.

Su ‘estatus’ cambió radicalmente tras su apoteósico triunfo en las elecciones municipales de mayo, merced al hastío de los sevillanos con Monteseirín y su derrochadora política de iconos arquitectónicos -desde las ‘Setas’ de la Encarnación hasta la ilegal biblioteca universitaria en el Prado de San Sebastián- y gracias también a su populista e innovadora para Sevilla forma de entender la acción política, centrada en los problemas cercanos de los ciudadanos -la ‘micropolítica’- y en patearse los barrios tradicionalmente de izquierdas, cuyos vecinos nunca antes habían visto por allí a un político de la derecha en plan campechano, intimando con ellos en sus bares y asociaciones y pidiéndoles el voto, aunque fuera prestado, para tratar de mejorar su situación y la ciudad.

Nace la leyenda
Zoido se limitó a practicar en las calles y barrios de Sevilla las mismas tácticas que con éxito había venido aplicando en Huelva su correligionario Pedro Rodríguez, su modelo de política de proximidad, mientras que Monteseirín había dejado de tener los pies sobre la tierra y se había instalado en el Olimpo de los despilfarradores y faraónicos proyectos arquitectónicos y desatendido los tradicionales graneros de votos del PSOE.

Tras lograr veinte concejales en la capital de la región que históricamente se le ha resistido al PP, Andalucía, Zoido adquirió una nueva y superior dimensión a ojos de su partido, que se ocupó de inmediato de cultivar su imagen y su leyenda, la leyenda del ‘efecto Zoido’, y de potenciarlo pensando en el futuro que se avecinaba: las elecciones generales del 20 de noviembre y las autonómicas del 25 de marzo.

El alcalde de Sevilla fue impulsado por su partido como presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP), con lo que le daba ya categoría de político nacional, e, internamente, lo designó presidente del congreso que en Sevilla ratificó el liderazgo de Rajoy y debía catapultar a Arenas hacia la Presidencia de la Junta de Andalucía.

Salvar la incompatibilidad
En esta estrategia de utilizar a los alcaldes de las capitales de provincia como reclamos en la listas del 25M, era vital para el PP impugnar la ley aprobada por PSOE e IU en el Parlamento andaluz sobre incompatibilidad de cargos, para dar así vía libre a que sus alcaldes-diputados pudieran encabezar las listas por sus respectivas provincias, de ahí que el recurso contra dicha norma fuera una de las primeras medidas del Gobierno de Rajoy.

El ‘efecto Zoido’ se prolongó hasta las elecciones generales de noviembre, cuando por la implicación activa del alcalde sevillano en la campaña de Cristóbal Montoro el PP siguió creciendo en votos tanto en Sevilla capital como en la provincia y cosechó los mejores resultados de su historia en el feudo tradicional del PSOE, al quedar a sólo tres puntos de diferencia en el conjunto de la circunscripción.

Fin de la progresión
En estas elecciones autonómicas del 25M Zoido concurría como cabeza de lista del PP por la provincia, convertido así en rival de Griñán, pero esta vez su ‘efecto’ ha empezado a diluirse. Aunque el PP ha ganado en la capital por tercer comicio consecutivo (municipales, generales y regionales), por primera vez en diez meses ya lo hace a la baja y se deja 15.143 votos desde las elecciones municipales, debido a un menor apoyo popular en los barrios, incluidos algunos de sus bastiones. El PSOE, que tocó suelo en mayo se recupera gradualmente del ‘efecto Monteseirín’ y logra 33.170 sufragios más que entonces.

En la provincia, Zoido, pese a hacer campaña por varios de los municipios más poblados, no ha podido evitar que el PSOE, con Griñán a la cabeza, vuelva a cobrar una ventaja sifgnificativa tras su retroceso en las generales. Si en noviembre la diferencia entre los dos grandes partidos era de sólo 32.000 votos, ahora se ha incrementado a favor del PSOE en 76.358 sufragios y en ocho puntos, y el partido del puño y la rosa ha cantado victoria en más de 90 de los 105 municipios.

El nuevo escenario obligará a Zoido a no dispersarse tanto políticamente –la presidenta del Parlamento andaluz, Fuensanta Coves, le ha contabilizado el desempeño de nueve cargos distintos simultáneamente- y a concentrarse en la ciudad de que es alcalde, porque los veinte puntos de diferencia que le sacó al PSOE en las municipales de mayo se han reducido a tan sólo cinco diez meses después, antes de que cumpla su primer aniversario como regidor de los destinos de Sevilla.

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