Cuando se van a cumplir 25 años del atentado de ETA en la casa cuartel de la Guardia Civil en Vic (Barcelona), uno de los agentes que sobrevivieron a aquel ataque rememora la tragedia y carga contra las autoridades catalanas que han acogido al líder abertzale Arnaldo Otegi en el Parlamento. "Si el atentado hubiese sido contra los Mossos o alguna Policía Local hubiese sido diferente, nosotros éramos las fuerzas opresoras", lamenta en declaraciones a Europa Press.
A las 19.05 horas del 29 de mayo de 1991 varios miembros de la banda terrorista lanzaron un coche bomba contra el interior de la casa cuartel. En ese momento numerosos familiares de los guardias civiles estaban en sus casas y había niños jugando en el patio. Fueron asesinadas diez personas, cinco de ellas menores de edad, y resultaron heridas otras 44, la mayoría de ellos mujeres e hijos de los guardias.
"Mi hija me pidió que saliera al patio con ella porque estaban sus amigas, pero yo le pedí que esperase porque estaba viendo una serie de televisión. Esa serie de televisión nos salvó la vida". Quien habla, aun entre lágrimas, es José Giménez Madera, agente de la Guardia Civil a quien la bomba le tiró la casa abajó y su hija resultó herida por un corte de cristal en la cara.
Madera, como le llamaban sus compañeros, es de las pocas personas que ha sobrevivido a dos atentados de ETA: tres años antes del ataque de Vic resultó herido grave después de que la banda lanzase varias granadas contra la casa cuartel de Llodio (Álava) donde estaba destinado: "Ahí sí salí mal parado, heridas en pies, cabeza y manos. Con motivo de ese atentado mi mujer dio a luz a mi hija, se le adelantó el parto por el susto". José Giménez Madera tenía entonces 21 años.
"A LOS TRES AÑOS, OTRA VEZ"
Tras aquella experiencia abandonó el País Vasco y le destinaron a Cataluña. Su deseo era ir a Manresa, pero la familia acabó recalando en Vic, de donde es su mujer. "Tras lo de Llodio no quería ir al cuartel. Hablé con la Policía Nacional de Vic, que ellos no tienen casas cuartel, para saber cuánto pagaban por un alquiler, pero era mucho con respecto al sueldo que a mi me iba a quedar. Con la niña y la vida tan cara como es en Vic tuve que meterme en el cuartel y a los tres años, otra vez", relata.
Madera dice recordarlo todo de aquel 29 de mayo de 1991: "Sonó la explosión y mi mujer dijo que había sido el butano, pero el ruido era igual que el del atentado que yo sufrí en Llodio y dije 'no, esto ha sido una bomba'. Se nos cayó la cocina, el cuarto de baño que daba al patio y todo agrietado; suelo, techos y pared. A la media hora nos rescataron los bomberos a través de los escombros, vivía en un segundo y las escaleras se rompieron".
De esto nunca se habla en casa, "mucho menos" con su mujer delante. Su hija entonces tenía apenas tres años. Preguntado acerca de qué le contó cuando creció, confiesa que sólo en una ocasión le enseñó un video con imágenes "y ya está". A pesar de que no se aborda el tema, dice que su hija se acuerda de las fechas y cada 29 de mayo y cada 14 de marzo (fecha del primer atentado) le recuerda que ese día vuelve a cumplir años.
Esperando a que les sacasen de los escombros, recuerda que su mujer, "ante el miedo de que se viniera abajo la estructura del edificio", quiso tirar a su hija "por la parte de atrás, por el comedor", donde había gente que los estaba mirando desde la calle. Finalmente no lo hizo.
"VI LOS CUERPOS DE LAS DEMÁS NIÑAS"
"Lo peor fue luego. Yo saqué a mi mujer y a mi hija fuera y cuando me metí en el patio a coger escombros vi los cuerpos de las demás niñas, las amiguitas de mi hija. Tenían las cabezas abiertas, las reconocíamos por la ropita: 'esta es la hija de aquel o esta es la hija de este'. Las reconocíamos por la vestimenta", narra emocionado.
A José Giménez Madera le salvó una serie de televisión de detectives que ese día emitía la TV3 y también que en el momento del atentado no estaba de servicio. Lo había estado la noche anterior cuando, según dice, entre las 22 y las 23 horas recibieron varias llamadas de teléfono en el cuartel.
Cuando descolgaban el teléfono se escuchaba a una mujer que él identifica como Pilar Ferreiro Bravo, etarra condenada a ocho años de cárcel por colaborar con el 'Comando Barcelona'. "Llamaron dos o tres veces. No decían nada, era para ver cómo actuaba el de la puerta (del cuartel), rememora.
Tras los dos atentados, un tribunal médico le concedió la invalidez. Tiene 49 años aunque su voz al otro lado del teléfono aparenta más edad. Nacido en Badajoz, actualmente reside en Oropesa del Mar (Castellón) donde su hija trabaja como administrativa. Asegura que el domingo 29 asistirá a Vic al homenaje que se celebrará para recordar a las víctimas, 25 años después.
ASISTIRÁ AL HOMENAJE
El acto tendrá lugar frente al solar en el que se ubicaba el viejo cuartel y ya han confirmado su presencia el ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, según informan los organizadores a Europa Press.
Lamenta que como víctima de ETA se ha sentido desamparado por las autoridades en Cataluña y no ve correcto el recibimiento del que ha gozado Otegi al que tacha de "bicharraco". Pese a su malestar, afirma que no le dirá nada a Puigdemont cuando le vea.
No se cree el arrepentimiento de Otegi "ni el de ninguno" y se emociona al lamentar que "la población civil" le ha hecho "mucho daño psíquico y físico por ser guardia civil". "Mi mujer ha cambiado, yo tengo insomnio y pérdida de memoria. Mi mujer es otra con ella no puedes hablar de esto", añade.
Confiesa que suele ir al cementerio de Vic a ver a sus compañeros y "a hablar con ellos". "Mataron a diez, pero hay ocho tumbas: un matrimonio están enterrados juntos y otro guardia y su suegra, también. El sábado hay mercadillo en Vic e iré a comprar flores y a verles y estar con ellos", anuncia.
"Esta es mi situación y esta es mi vida, lo que me ha pasado con esta gente (ETA). Yo al País Vasco no quiero ir, ni se lo recomiendo a nadie. Será muy bonito, pero nos han hecho mucho daño a mucha gente, a muchos niños y las mujeres", se despide Madera entre lágrimas.