El día de los trabajadores se convierte en una reivindicación más contra las políticas del Partido Popular y las altas cifras de parados en Huelva
Vivimos la víspera de un 1 de mayo que por un lado, da muestra de lo consolidado de nuestra democracia y del nivel de saber convivir que hemos alcanzado, ya que, pese a las cifras del paro, a la pérdida de derechos sociales y laborales continua, se celebra sin crispación ni alardes de radicalidad por quienes convocan estos días, no sólo a los trabajadores, sino también, a los desempleados, y por supuesto, a la ciudadanía en general; por otro lado, también nos deja la sensación de que si a la llamada de las diferentes organizaciones convocantes (aunque de nuevo son dos las marchas previstas en la capital y no una unitaria), no acuden decenas de miles de personas, se habrá fracasado en la necesidad de movilizar a la gente, aunque Huelva, tiene fama de ser poco dada a echarse a la calle a exigir lo que le quitan, que en esta ocasión, es mucho. Se trata de un 1 de mayo marcado por la terrorífica reforma laboral y sus letales consecuencias, y de la contracción del consumo derivada de las malas políticas económicas del gobierno del PP que siguen sembrando ruina y que han dejado, en la última Encuesta de Población Activa, cien mil parados en la provincia, y una tasa de más del 40 por ciento de parados. Un 1 de mayo que el ciudadano debe recuperar también ante el monopolio que suelen ejercer los dos sindicatos mayoritarios de clase que con su preocupación por defender sus estructuras antes que a la gente de la calle, han provocado su desprestigio.