En el último cuarto de siglo, los casos de depresión y ansiedad han crecido de forma exponencial. “Ha sido brutal”. Lo confiesa, a partir de su propia experiencia, el psicólogo Juan Luis Ruiz Murciano, que ha dedicado los últimos diez años a abordar la cuestión en un libro a partir de la práctica diaria de su consulta. La obra lleva por título Las palabras las carga el diablo y es la primera de una colección de seis que pretende reunir bajo el lema Practica la vida, y presentados en forma de cuadernos de terapia, en los que abordará diferentes temas que tengan que ver con la psicología y que sirvan asimismo de aplicación práctica.
“Hay mucha gente que no es capaz de relacionarse hoy día porque ha limitado su vida a cómo se muestra en redes sociales”Y esa terapia incide en la necesidad de utilizar el lenguaje interno como instrumento de cambio, unido a un consejo fundamental: hay que reaprender a quererse más a uno mismo. Y apunta a diversas causas. La primera de ellas la “competitividad” instalada en la sociedad contemporánea, que lleva a ocasionar un “desgaste” que “pagamos con nosotros mismos”, y que va “deteriorando la imagen que tenemos de nosotros”, así como “percepciones negativas sobre la vida”. De ahí que proponga combatir esas “creencias” a través del lenguaje interno.
“A lo largo de la práctica clínica me he ido dando cuenta de dos cosas fundamentales de por qué vienen tantos casos de ansiedad o depresión -expone Ruiz Murciano-. La primera, que la gente deja de amarse a sí misma, directamente. Perdemos el respeto por lo que somos, nos descuidamos, nos abandonamos, queriendo ser lo que no somos, buscando cosas que se alejan de nuestra realidad y de nuestros objetivos, buscando objetivos superiores sin trazar metas adecuadas, y eso nos va frustrando y nos va llevando a una percepción de nosotros que hace que nos veamos como inútiles e incapaces. Y está pasando entre adolescentes, chicas de entre 14 y 17 años, que van desvirtuándose porque quieren ser lo que no son. Esa falta de respeto a uno mismo y de amor a uno mismo es fundamental”.
Y la segunda “es que la gente hoy día no quiere sufrir, no quiere sentir, quiere escapar del dolor a toda costa, cuando el dolor es inherente a la vida, va con nosotros. El hecho de que vivamos dificultades, contrariedades, problemas, siempre va a generar un estado emocional que es legítimo del ser humano. Sentir miedo, enfado, ansiedad, tristeza, es lógico y tenemos que aprender a vivirlo”. En este sentido, considera fundamental desarrollar esa responsabilidad “para con nosotros mismos”, y trabajar desde la experiencia diaria “para crecer, no como elemento de frustración”.
“Hoy día -expone Juan Luis Ruiz Murciano (Arcos de la Frontera, 1972)- todo el mundo tiene ansiedad y depresión, pero también porque la gente no quiere sentir, no quiere percibir emoción; por ejemplo cuando tenemos una ruptura sentimental, o un despido, o un examen suspendido. Resistirnos a esas situaciones de vida son las que nos hacen generar esas situaciones emocionales que la gente rápidamente las quiere eliminar. Y en el momento en que empezamos a resistirnos es cuando empezamos a generar problemas como la ansiedad, que es como una distorsión, una exageración del conflicto en el que entramos por la vulnerabilidad que presenta la gente. Hoy tenemos acceso a todo tan rápido, queremos los cambios tan rápido, que cuando sufrimos también queremos eliminarlo todo rápido, cuando hablamos de circunstancias que nuestro cerebro tiene que ir asimilando. No es que esté usted enfermo es que afronta una situación difícil y necesita un tiempo para poder resolverla, para asimilarla”.
Además, apunta a otro elemento distorsionador de la realidad y causante de muchas frustraciones hoy: las redes sociales. “Yo las llamo asociales -subraya-, ya que están degenerando situaciones complicadas en personas que viven en esa comparativa constante. Viene mucha gente porque no es capaz de relacionarse hoy día. En los últimos diez años es brutal como ha subido ese índice de personas, tanto jóvenes como otras que tienen una experiencia de vida, y que han ido desapareciendo socialmente para introducirse en las redes y son incapaces ahora de mostrarse socialmente. Dentro de esas redes inventan un personaje que cuando lo tienen que sacar a nivel social empiezan los problemas y las dificultades, por esa falta de respeto, esa competitividad y ese querer mostrarnos que nos pasa factura después porque no somos como nos mostramos ahí”.
En su cuaderno de terapia, Ruiz Murciano defiende cuatro fundamentos para activar ese lenguaje interno que ayude a combatir situaciones como las descritas hasta ahora. “Son básicos en el sentido de cómo trabajar el lenguaje interno desde el momento en el que la aceptación, la compasión, la realidad y la flexibilidad son los mayores recursos que tenemos que emplear. Porque cuando se dan esos cuatro uno solo va a surgir por sí mismo, que es la creatividad, la creatividad en las soluciones, en la resolución de conflictos, que es cuando nuestro cerebro trabaja de forma óptima”, una vez que desecha de su propio vocabulario todas las palabras que carga el diablo.
Una guía de trabajo para cultivar el lenguaje interno contra la ansiedad
El libro incluye una guía del trabajo que propone un método de cara a cultivar el lenguaje interno a través de una serie de recomendaciones y pasos para desarrollarlo. Así, ofrece un ejercicio de trabajo, una meditación, para que el lector la lea en voz alta e incluso llegue a grabarse, pero también hay un enlace QR en el que es el autor del libro el que trabaja esa meditación. En ese enlace se ampliarán conceptos para que sirvan de trabajo, y nuevos audios.
Las secuelas emocionales de la pandemia entre las personas mayores
La pandemia ha dejado muchas secuelas emocionales en la población, pero, en opinión de Ruiz Murciano, quienes más lo han sufrido han sido las personas mayores. En algunos casos por cuestiones afectivas -el no poder ver a los hijos y a los nietos, su debilidad frente al virus-, y en otros porque también hay personas “que han ido posponiendo determinadas cosas durante sus vidas para cuando llegara el momento disfrutarlas, y la pandemia lo ha impedido. Eso les ha generado una situación de conflicto importante y un parón en sus vidas que les ha hecho caer en procesos depresivos significativos”. Por otra parte, el miedo generado por la situación de alerta “ha llevado a las personas a una situación de estrés colectivo bastante importante, pero en general han mostrado recursos y lo han resuelto”.