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El 77% de las infraviviendas que atiende Cáritas son de alquiler

Publicado: 06/11/2014
Así lo desvela un estudio realizado entre las 576 familias que asiste esta asociación en el centro histórico en exclusión residencial
Casi 600 familias atendidas por Cáritas en la zona del centro histórico viven en una infravivienda y el 77% sufre esta situación de exclusión social en un inmueble en régimen de alquiler. Pese a no reunir unas condiciones mínimas de habitabilidad, pagan una media de 181,5 euros, que en el peor de los casos se sube a 300 aun estando en paro. Un 8% de las familias tiene pagada la vivienda habitual, mientras que otro 8% la está pagando aún y un 5% residen en  una casa cedida por un familiar.


Esta nueva fotografía realizada por Cáritas Diocesana de la realidad de Jerez a raíz de un estudio de infravivienda en el arciprestazgo centro de la diócesis Asidonia-Jerez (cuya extensión coincide prácticamente con la del centro histórico) vuelve a trazar un retrato tercermundista de familias jerezanas que en pleno siglo XXI no tienen luz eléctrica, agua caliente o conviven con humedades y cucarachas. Ahondando en el estudio realizado a partir de 343 encuestas y 28 entrevistas cuyas conclusiones expuso ayer Marián Pozo, responsable de acción social de Cáritas, resulta también llamativo el hecho de que un 19% de las familias encuestadas señalan que su vivienda no es habitable y el 13% vive en situación de hacinamiento.


Más que preocupante es que en lo que respecta a equipamiento básico (agua corriente, ducha, calefacción, muebles) un 11% de las familias (38), no tuvieran agua caliente en el momento en el que se le realizó el cuestionario (de enero a abril de este año), y un 5% (16) careciera de agua corriente en sus viviendas.  Asimismo, un 4% (15) no tienen en sus casas baño o ducha o si lo tienen está en tan mal estado que no lo pueden usar y un 2% (10) no tienen WC (algunos lo comparten con algunos vecinos).


Pero esto no es todo. En el apartado de acceso a la energía, las conclusiones tampoco dejan indiferente a nadie:  un 5%(16) de las familias  no tenía luz eléctrica porque les habían cortado el suministro por impago cuando fue sometido a esta encuesta, mientras que un 15% no disponía de gas butano para poder cocinar y ducharse con agua caliente.


En cuanto a las condiciones generales de su casa,  más de la mitad  valora que hay humedades y un 38% vive con goteras. De hecho, en la proyección de un video con testimonios humanos, una madre llegó a asegurar que “viviría mejor debajo de un puente” que su casa actual porque al menos no se mojaría.  Además, un 37% valora que hay deterioro en su “hogar” (desgaste, grietas acusadas, hundimientos, etc). A ello hay que sumar también que un 23% asegura que en su casa hay parásitos, sobre todo cucarachas, mientras que un 13%  alerta también de la existencia de roedores en sus casas y en las zonas comunes.

“Es un escándalo social”
Las condiciones de iluminación y ventilación también dicen mucho del estado en el que viven estas familias, ya que el 28% de las encuestadas carecen de iluminación natural en sus viviendas, por lo que dependen de la luz artificial todo el día, y un 18% se alojan en casas que no tienen ventanas al exterior o, a lo sumo, tienen una o dos en toda la vivienda.


El estado de la edificación de las casas también da una idea de cómo es el día a día de estas personas: el 43% de las familias encuestadas asegura que existen barreras arquitectónicas en los accesos a su vivienda. Además un 21% de las familias que habitan en casas de vecinos aseguran que  estas están en ruina, algunos tienen avisos de desalojo por peligro de derrumbe y se resisten a abandonar el inmueble por la ausencia de alternativas. Además de alertar de la situación de cronificación de  esta situación de pobreza, el director de Cáritas, Francisco Domouso, calificó de “escándalo social” que haya viviendas vacías en Jerez mientras hay familias en esta situación de exclusión social.

Núcleos ‘extendidos’ de clase baja y media

Con la crisis, al perfil de usuarios de Cáritas “de toda la vida” -personas de clase baja, matrimonios con un buen número de hijos, es decir, familias “extendidas”- se ha unido uno “nuevo” de familias  de clase media donde el padre se dedicaba a la construcción y se fue al paro, lo agotó y empezó a acumular deudas.

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