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Jerez

La aventura con la que Manuel cumplió su última voluntad

Manuel Rodríguez, un jerezano de 73 años, fallece tras cumplir el sueño de reencontrarse con su amigo de la mili tras casi 50 años sin verse

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  • Bartolomé (i) y Manuel (d)se abrazan tras reencontrarse en noviembre. -
  • Este vecino, taxista durante 10 años y en lista de espera para operarse del corazón, viajó con su coche a Extremadura para buscar a Bartolomé

Cuando en noviembre Manuel Rodríguez, de 73 años, le dijo a Carmen que quería ir a buscar a su amigo de la mili Bartolomé, a quien no había visto en casi 50 años, ella le intentó quitar la idea de la cabeza. Le trató de convencer, explicándole que iba a ser en vano pegarse esa paliza y que en el cuartel de la Guardia Civil de Badajoz no le iban a dar datos personales. “Pensé que eran cosas que dicen las personas mayores, él tenía Parkinson y estaba en lista de espera para operarse del corazón y un Daewoo de hace 20 años, pero no me echó cuenta, cuando lo llamé me dijo que estaba de camino para buscar a su amigo Bartolomé”, relata a Viva Jerez. 

Por delante tenía una intensa búsqueda en la que este vecino de Jerez del entorno de Las Torres recurrió a taxistas  (trabajó durante 10 años en Jerez en este gremio), hoteles y preguntando. Lo tenía clarísimo: no quería irse de este mundo sin reencontrarse con el amigo que conoció en Cádiz, haciendo el servicio militar y con el que había perdido el contacto que mantenían por carta tras perder su dirección tras escribirse los tres primeros años. Sabía que su corazón, que ya le había dado varios sustos, podría arrebatarle este deseo y no estaba dispuesto a cumplir la que al final se ha convertido en una de sus últimas voluntades. Esa batalla sí la ganó.

Había puesto un anuncio en el diario Hoy de Extremadura, al que facilitó los pocos datos que conservaba de Bartolomé, poco más que su nombre y sus dos apellidos y que era extremeño. La historia les resultó tan bonita a los compañeros, que se implicaron personalmente para dar con el paradero de Bartolomé, al que finalmente consiguió abrazar. Lo esperó a las puertas de su casa en Montijo, donde un asombrado Bartolomé, al que le costaba recordar a su amigo al principio, según publica Hoy, le pilló todo un poco por  sorpresa. Bastó tirar del hilo y empezar a recordar anécdotas y batallitas de la mili para rememorar lo mucho que se rieron en aquella etapa.  

Quedaron en volverse a ver

Este encuentro fue a finales de noviembre y la vuelta le costó un viaje de un día completo hasta llegar a Jerez. Se despistó y condujo mucho tiempo campo abierto. “Vino muy contento, y me contó que iba a hacer un viaje más tranquilo, porque a la vuelta se perdió y tardó casi un día en llegar a Jerez. Estuvo dos semanas sin salir de su casa, tenía claro que volvería a ver a Bartolomé pero iría en autobús”, cuenta su amiga Carmen. No ha podido ser. No podrá haber un nuevo reencuentro. Manuel fallecía en su casa por un infarto hace poco más de una semana. Fue Carmen quien que dio la voz de alarma y movilizó a la Policía extrañada por no tener noticias de él.

Amigos desde hace tres años, en todo este tiempo, ella, su novio y sus padres se convirtieron en la familia de este jerezano, también muy vinculado a la asociación de vecinos de La Plata, sin contar con los compañeros de la gasolinera Galp, en la antigua Nacional IV, junto a Ikea, donde ella trabaja y donde lo conoció de forma casual. Separado hace 20 años, vivía solo y no tenía hijos. “Era jubilado y se hacía querer, un día vino a echar gasolina y poco a poco entabló amistad con todos. Era bonachón, amable y si te hacía falta te ayudaba. Ese día me regaló un queso, se sacaba algún dinero vendiendo quesos”, señala.

A partir de entonces, este vecino de Jerez acudía todas las semanas a la gasolinera, y quedaba con los compañeros para tomar café por allí cerca. Cuando cumplió 70 años, le organizaron una fiesta sorpresa con la que Manuel se emocionó.

El homenaje de sus amigos

No es de extrañar que Carmen se alarmara cuando dejó de contestar al teléfono. Había estado delicado a finales de enero, por lo que le mandaba WhatsApps a diario para saber de él. “Lo llamaba yo, mi madre... había pasado de la fiebre, a la depresión, estaba delicado. Le dije que si le mandaba una ambulancia pero no quería”, señala. Hace varias semanas lo felicitó por su cumpleaños y le dijo que le tenía su tarta y su regalo preparado porque hacía tiempo que no iba por la gasolinera. En la víspera de San Valentín lo notó mal otra vez y por eso el 14 de febrero, cuando salió de la gasolinera, lo llamó de nuevo. Le felicitó por San Valentín y como le notó la voz “flojilla” insistió en pedirle una ambulancia para que fuera a verlo a casa, pero él le dijo que se encontraba mejor. Lo que no podía imaginar es que esta sería la última vez que conversaran.

Manuel ya no le cogió más el teléfono y en esos días ella misma le comentó sus peores temores a agentes de la Policía Local y Nacional que conocía de ir al surtidor. “Se lo dije a mis compis, a Manolo le ha pasado algo malo, porque incluso le habían reservado un queso para unos amigos aquí en la gasolinera y él no había dado señales y siempre ha sido muy formal”. El pasado lunes 19, los bomberos y la Policía entraban en su domicilio. Nada más hacerlo, lo encontraron sin vida en el sofá, llevaba varios días fallecido. Un día más tarde era incinerado.

“Era muy buena persona. Nunca nos vamos a olvidar de él”, señala Carmen, muy apenada por la pérdida de su amigo. Ella ha contactado personalmente con el diario Hoy para que le cuenten a Bartolomé que no podrá volver a ver a Manuel tal y como habían planeado y con quien pudo reencontrarse tras una aventura que narramos en estas líneas a modo de homenaje de los que pasaron con él esta última etapa de su vida. DEP.

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