El acusado, durante su declaración de ayer en Málaga, normalizó las conversaciones de índole sexual con los menores
El abogado del entrenador, Agustín Martínez Becerra, conocido por llevar la defensa de los cinco miembros de la Manada, ha calificado de "ilustrativa" la declaración de los menores y ha precisado que el contenido de ciertos mensajes hay que valorarlos de manera general y no puntual porque pudieron ser con ánimo divertido y no libidinoso como mantienen las acusaciones.
El acusado, durante su declaración de ayer, normalizó las conversaciones de índole sexual con los menores, las cuales admitió pero alegando que eran adolescente y que era normal ese tipo de conversaciones en un vestuario de fútbol.
El juicio comenzó ayer a puerta cerrada en la Audiencia Provincial de Málaga y mañana está previsto que declaren cuatro menores más de las 25 víctimas afectadas en este procedimiento, además de técnicos del Málaga C.F. ya que el acusado dirigió diversas categorías de alevines y cadetes de varios clubes en la provincia.
El acusado, que siempre se ha declarado inocente, es un histórico de fútbol base y está acusado de delitos de abuso sexual, exhibicionismo, provocación sexual, corrupción de menores, acoso y embaucamiento sexual a menores y se enfrenta a una petición fiscal global de cien años y siete meses de prisión.
El entrenador, de 45 años, permanece en prisión desde el pasado 2 de diciembre de 2016 tras ser detenido por estos hechos y se le acusa de "aprovechar" su influencia sobre los alevines y cadetes que entrenaba.
El entrenador, que estuvo trabajando veinte años con menores en diversos banquillos de la provincia, mantenía conversaciones de índole sexual por redes sociales con los jugadores y les pedía imágenes de sus órganos genitales.
El acusado, que no presenta ninguna alteración, ni perturbación, según el relato acusatorio, les enviaba fotos y vídeos pornográficos, mujeres desnudas e incluso imágenes de su cuerpo desnudo.
Los menores, mantiene la acusación, se sentían incómodos pero "mantenían las conversaciones para no provocar el enfado del procesado" y a algunos de ellos los amenazó con que si no accedían a sus pretensiones no jugarían, o no les trataría de forma favorable en el equipo.
Además aprovechó viajes con motivo de los partidos que jugaban para sentarse al lado de alguno de ellos y "guiado por el ánimo lúbrico" les enseñaba vídeos con escenas de pornografía entre adultos para posteriormente agredirle sexualmente.