Los ciudadanos de la Unión Europea (UE) adelantarán una hora sus relojes en la madrugada del sábado al domingo para instalarse en el llamado horario de verano, un cambio que no tiene visos de desaparecer pronto dado que la propuesta de Bruselas para abolirlo ha quedado estancada.
Como cada último fin de semana de marzo, los europeos perderán una hora de sueño ya que a las 02.00 horas de la madrugada en España se adelantarán los relojes y serán las 03.00 horas.
El cambio de horario se empezó a generalizar a partir de 1974, cuando se produjo la primera crisis del petróleo y algunos países decidieron adelantar sus relojes para aprovechar mejor la luz del sol y ahorrar así electricidad.
La UE decidió armonizar la fecha del cambio en todos sus Estados miembros para evitar desajustes, por ejemplo en los horarios de los trenes que cruzan el continente, de modo que según la directiva actual se producen dos veces al año: el último domingo de marzo se adelantan los relojes para entrar en el horario de verano y el último domingo de octubre se retrasan para volver al de invierno.
Aunque un estudio de la Comisión Europea elaborado en 2007 reveló que el cambio horario tiene efectos positivos en áreas como la agricultura o la hostelería y genera ciertos ahorros energéticos, la medida tiene también detractores, que alegan que genera efectos perjudiciales sobre la salud humana y animal ligados a la secreción de melatonina, una proteína que regula el sueño.
En septiembre de 2018, Bruselas presentó una propuesta para abolir este cambio tras realizar una consulta pública que registró un récord de participación ciudadana (con 4,6 millones de respuestas) y reveló que el 84 % estaba a favor de acabar con la medida.
El plan preveía que cada Estado miembro decidiese si regirse de forma permanente por la hora de invierno o verano, pero les instaba a acordarlo de forma coordinada con sus países vecinos.
El Parlamento Europeo, apoyándose en estudios científicos que apuntaban a efectos perjudiciales del cambio, respaldó la propuesta en 2019, tras lo cual esta pasó a manos del Consejo (los Estados miembros), que pidieron a la Comisión un nuevo estudio sobre su impacto.
Desde entonces, las negociaciones no han avanzado y la propuesta ha pasado a la última fila de las prioridades de Bruselas empujada por otras urgencias como la gestión de la pandemia y la crisis económica derivada de la misma, la lucha contra el cambio climático y ahora la guerra en Ucrania.
De hecho, los programas de trabajo de la Comisión para el año pasado y este no la mencionan, pese a que en teoría 2021 debía ser el último año con cambio horario en Europa.
Así las cosas, con el cambio de este domingo, dos Estados miembros (Irlanda y Portugal) se colocarán a una hora de diferencia del horario de referencia del meridiano de Greenwich (GMT +1), mientras que España, Austria, Bélgica, la República Checa, Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Italia, Luxemburgo, Malta, Polonia, Eslovaquia, Eslovenia, Suecia y Holanda situarán sus relojes dos horas por detrás del mismo (GMT+2).
Por su parte, Bulgaria, Chipre, Estonia, Finlandia, Grecia, Letonia, Lituania y Rumanía adelantarán la hora a GMT+3.