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La sexagenaria británica Jackie Cobell nada contra el conflicto en Malvinas

Pese a que nunca se planteó nadar de forma profesional porque se considera a sí misma demasiado "lenta" para ello, parece que su pasión por este deporte viene de lejos

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  • MALVINAS -

La británica de 60 años Jackie Cobell no cree en límites de edad, nacionalidad ni ideologías, por lo que esta semana volverá a retar a su cuerpo zambulliéndose junto al argentino Matías Ola en las frías aguas de las Malvinas, escenario de la guerra de 1982, como un símbolo de amistad y unidad.

En una entrevista con Efe, Cobell confiesa que siempre amó el agua y cuando se acerca a ella, se le erizan "los pelos de la cabeza", por lo que tiene que meterse dentro inmediatamente para calmarse, sentirse bien consigo misma y "tener tiempo para pensar".

Pese a que nunca se planteó nadar de forma profesional porque se considera a sí misma demasiado "lenta" para ello, parece que su pasión por este deporte viene de lejos: "con apenas nueve meses, estando con mi familia en una casa frente a la playa y salí gateando para acabar en el mar, donde me encontraron haciendo gárgaras y riendo", recuerda con humor.

Desde ese momento, no dejó de sumergirse y plantearse retos para los que se entrenó a conciencia, como el que superó con 56 años al recorrer los 40 kilómetros del Canal de la Mancha en casi 29 horas, haciéndose así con el récord del nado más lento del mundo.

Fue entonces cuando pensó: "¿qué puedo hacer ahora?" y tras darse cuenta de que apenas había sentido frío en su travesía, decidió que era el momento de probar con aguas a temperaturas extremas. "Y no he vuelto a mirar atrás", apunta a Efe.

"Creo que es muy estimulante", señala Cobell, quien sonríe al revelar que mucha gente le dice que está "loca", pero ella hace hincapié en que cuando sale del agua fría después de nadar, se siente "llena de vida".

Además, asegura que las bajas temperaturas fortalecen su sistema inmune y no solo es que se resfríe "muy raramente", sino que gracias a que practica este deporte, ya no tiene la tensión alta e incluso ha logrado superar la diabetes que padecía.

Después de haber estado un lustro probándose a sí misma a lo largo del mundo, esta semana volverá a probar suerte junto a su amigo argentino Matías Ola, un nadador profesional de 30 años con el que cruzará los cinco kilómetros del estrecho de San Carlos que separan las dos islas principales del archipiélago de las Malvinas.

El desafío comenzó a fraguarse cuando conoció a Ola en Siberia hace tres años y decidieron que pese a sus diferencias de edad y nacionalidad, debían unirse para lanzar un mensaje de "amistad, paz y armonía".

Pese a que la inglesa destaca todo el apoyo que han recibido ambos en sus respectivos países, es consciente de que se trata de un asunto "controvertido", motivo por el cual insiste en que es necesario "dialogar para llegar a algún tipo de acuerdo" en honor a los 649 argentinos, 255 británicos y tres isleños que perdieron la vida en 1982.

Cuando termine su viaje al Atlántico sur, Cobell va a tener poco tiempo para recuperarse porque apenas una semana después volverá a hacer las maletas para trasladarse a Robben Island (Sudáfrica), donde Nelson Manela estuvo encarcelado durante 18 años, para realizar un nado "icónico e histórico" que honre al "gran hombre" y "orador" que "consiguió la calma y la paz en su país".

La natación supone para ella una herramienta con la que apoyar buenas causas y conseguir "unidad" porque "da igual tu nacionalidad o tu religión: en el deporte todos somos iguales", asegura.

Estos valores los traslada también a su vida diaria, ya que desde hace 30 años acoge a niños que no pueden ser atendidos por sus padres, "normalmente debido a las drogas o alcohol", en su casa de Kent, un condado al sureste de Londres.

Al preguntarle si cree que es el momento de dejar de practicar este deporte, reacciona al instante con un "¡oh, no!", y afirma que seguirá nadando "siempre" porque con 60 años se siente "muy joven" y ha conseguido evitar convertirse en esa madre que "se pasa el día cosiendo".

"Me siento muy en forma, más que nunca, y sé que estoy un poco gordita, pero necesitas un poco de grasa para el hielo", señala sonriente Cobell, quien esta semana se sumergirá con la ilusión de siempre en las aguas que rodean las Malvinas.

Aunque, según confiesa ella misma, hay algo de este reto que le motiva aún más: "ver a los pingüinos".

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