La Audiencia de Granada ha condenado a 25 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía a la madre de la bebé hallada muerta el 16 de enero de 2018 en el vertedero de Alhendín (Granada), después de que ella confesara durante el juicio que la golpeó contra una pared nada más nacer y que su padre, el abuelo materno de la pequeña, tiró el cadáver a un contenedor.
Este último ha sido condenado a tres años de prisión por un delito de abandono de menores a raíz de que tanto él como la madre de la pequeña declararan que no tuvo relación directa con el crimen. No obstante, no la prestó ayuda cuando se puso de parto, dejándola sola en la vivienda familiar, y luego, cuando el bebé ya estaba muerto, se deshizo del cuerpo tirándolo dentro de una bolsa de basura a un contenedor de un pueblo cercano. Ambos fueron declarados culpables por el jurado popular que los enjuició a principios de julio.
En la sentencia, a la que ha tenido acceso Europa Press, la Sección Primera de la Audiencia de Granada contempla para la madre el delito de asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión, y aunque la Fiscalía pedía para ella prisión permanente revisable, finalmente ha fijado la pena en 25 años de cárcel. También le priva de la patria potestad respecto a la otra hija menor que tiene durante este mismo periodo.
A tenor del veredicto del jurado, la sentencia considera probado que la joven, que en la actualidad tiene 25 años, ocultó su embarazo porque tenía "intención de deshacerse del bebé que venía en camino" y que en la madrugada del 15 de enero de 2018 dio a luz en la vivienda en la que convivía con su padre, entre otros miembros de su familia, en Talará, a una niña viva y que respiraba.
Con la intención de acabar con su vida, lo golpeó contra la pared, fracturándole el hueso occipital y provocándole hemorragia en la cara lateral del cuello y laringe y en cuerda vocal izquierda, así como hemorragia en tiroides y riñones. El bebé murió como consecuencia de las heridas sufridas, siendo la causa fundamental de la muerte el traumatismo cráneo encefálico y la causa inmediata el shock postraumático.
En los días posteriores ofreció al padre de la pequeña, con el que mantenía una relación intermitente, varias versiones distintas de lo que había ocurrido.
Respecto al otro acusado, el jurado consideró probado que no prestó ninguna ayuda a su hija durante el embarazo, que fue consciente del día en que se puso de parto y, pese a saber que se encontraba sola junto a su otra hija de 18 meses entonces, "no les prestó ninguna ayuda ni avisó para que las ayudaran".
Poco antes de dar a luz, ella le advirtió de que si no le ayudaba "iba a matar" tanto a su actual hija como al bebé que venía en camino, pero se marchó, en tanto que "le resultaba indiferente lo que pudiera pasarles" y "siendo consciente del peligro que corrían la vida o la integridad física" de ambas.
El abuelo materno tuvo la "posibilidad de actuar evitando el peligro real en que quedaban la menor y el bebé que iba a nacer", según considera probado la sentencia. Cuando regresó a la vivienda, la recién nacida ya estaba muerta. Para deshacerse de ella "la introdujo en una bolsa de plástico, llevándola hasta la localidad de Albuñuelas donde lo arrojó a algún contenedor de basura".
El cuerpo sin vida de la niña fue encontrado el 16 de enero de 2018, sobre las 18:00 horas, en la planta de Recuperación y Compostaje de Alhendín.