Antonio Manuel Alías de la Torre ya lleva puesto en nombre de artista y además lo es por mucho que él se empeñe en que lo llamen y lo consideren artesano. Dice que un artista es una personas que ejerce un arte desde unos estudios superiores y él no los tiene, pero quizá olvida que el talento no se reparte en la universidad y además de espolvorea poco, de ahí que haya que mimarlo.
Está trabajando en estos momentos en la almena que el viernes se entregará en Mercedes Milá. Una almena que él diseño hace muchos años y que se ha retomado ahora por Publicaciones del Sur para los premios Pepe Oneto de Periodismo que se entrega con motivo de las Jornadas Nacionales de Periodismo que este año cumple la quinta edición. Como todo, la pandemia también le ha restado dos años.
Con el patrocinio del Ayuntamiento de San Fernando, la Fundación Caja Sol y la Diputación de Cádiz, además de las asociaciones de la prensa andaluzas, Antonio Manuel Alías de la Torre verá este viernes como Mercedes Milá se lleva su obra para su casa, lo mismo que el año pasado se la llevó otro ilustrísimo del periodismo, Matias Prat (hijo, que ahí hay que hacer distinciones con el gran maestro de la palabra).
En el programa Abierto 24 horas de 7TV San Fernando habló de su faceta de ceramista pero sobre todo de su faceta de imaginero, con la que él se siente más identificado. Y de hecho hay muchas obras por muchos rincones de España solicitadas por particulares o entidades en las que sus manos han jugado con las siluetas dejando el sello propio que Alías de la Torre tiene, el sello propio de los autodidactas que no han bebido más allá de su ambiente más cercano y de su imaginación tan alejada siempre de la enseñanza reglada. Sin poner a ninguna por delante de otra porque el talento -insistimos- es el que hace al artista y la educación la que lo pule.
Su admiración por Alfonso Berraquero es patente a pesar de no pertenecer al círculo del maestro de la gubia y el excelente dibujante que era. Estaría todo el hablando de Alfonso, decía en la entrevista y posiblemente pocos admiradores tan sinceros tendrá Berraquero como Alías de la Torre.
Sin embargo y a pesar de que la ciudad guarda una nuestra de su faceta más conocida, la cerámica y muchos conocen sus obras de imaginería, él no dirá nada más que enciérrate en tu casa y que el que quiera que llame, que le decía su padre. Y muchos son los que llaman a la casa de Antonio Manuel porque no le falta el trabajo.
Independiente de su trabajo como ceramista e imaginería, si hay una pasión en la vida de Antonio Manuel Alías De la Torre es la hermana Cristina, cuya beatificación se persigue y él sabe que lo mismo no podrá verla en los altares de su diócesis dada la complicación de un proceso de este tipo. Pero dice que pronto podrá verse -quizá sólo presentarse y luego guardarse de nuevo -una singular estatua de la sierva de Dios en una posición desconocida hasta ahora para una imagen carmelita, sentada en un taburete tocando las palmas y riendo con esa sonrisa que apasiona como si un coro de monjas estuvieran cantando a coro en un momento de solaz.
Es un artista, sí y hasta ha tenido el honor y el placer de haber sido pregonero de la Coronación Canónica de la Pastora de las Almas Coronada -sólo hay tres pregoneros de una ocasión así- y a la vez en el mismo año pregonero de la Semana Santa de San Fernando. 2004, un año grabado en la memoria y en el corazón de cualquiera que hubiera tenido ambos honores a la vez.