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Los artistas flamencos sufren en sus carnes la falta de trabajo por la pandemia

Son muchos los que están pasando de la necesidad a la ansiedad y la depresión y son menos los que aguantan el tipo, lo que preocupa a Jesuli Carrillo.

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No es nada comparado al confinamiento del mes de marzo pasado. Entonces sabía que no se podía salir y había que esperar mientras se fraguaban nuevos proyectos. Ahora es un sinvivir diario porque las cosas cambian de un día para otro.

Jesuli Carrillo, bailaor y empresario artístico desde que lo llamó Chico Fernández para que le echara una mano en La Isla Ciudad Flamenca y le picó el gusanillo, se confiesa en una entrevista para 7TV Bahía y Radio La Isla y lo hace además por todo un gremio que está sufriendo las consecuencias de la pandemia de una forma brutal.

Los artistas necesitan trabajar y si lo primero que cierran son la hostelería, los teatros e incluso los pueblos, no hay trabajo. Lo están pasando mal los cantaores, bailaores y guitarristas y lo están pasando peor las titulares de academias de baile de la ciudad que no sólo lo sufren personal y profesionalmente, sino que de ellas dependen otros profesionales necesarios para impartir la enseñanza que imparten.

Jesuli Carrillo es de los optimistas por naturaleza y mantiene que lo está llevando relativamente bien, pero cada vez que organiza un espectáculo vienen los problemas. Desde el confinamiento de Sanlúcar y Jerez hace dos semanas que le estropeó lo programado para la Venta de Vargas hasta ese espectáculo de Jesús Castilla en el Real Teatro de las Cortes que se ha aplazado dos veces desde marzo. Y a ver qué ocurre ahora.

Son muchos los que están pasando de la necesidad a la ansiedad y la depresión y son menos los que aguantan el tipo hasta el punto de que por los primeros “me quedo muy preocupado”.

Como empresa ha presentado en varias ocasiones solicitud de ayudas municipales y nunca se las han aprobado, lo mismo que a los demás, se supone. Y señala cómo una vez que te decides a recibirla empieza a entrar en vigor la letra pequeña y no hay Dios capaz de terminar el papeleo hasta que se dan de bruces con la realidad.

Lo único que le queda es su optimismo natural que tampoco durará eternamente, pero por ahora lo acompaña. Lo que pase mañana pasará y el seguirá ayudando a todo el que pueda a poder trabajar aunque sea para calmar los ánimos.

 

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