Resulta sorprendente en esta campaña de las elecciones autonómicas andaluzas la unanimidad casi calcada de los resultados que anticipan todas las encuestas, pero igualmente sorprendente es el optimismo generalizado de todos los candidatos y candidatas, independientemente de la estimación de voto que le otorguen los sondeos. Hasta cierto punto es comprensible que el presidente de la Junta de Andalucía y candidato del PP a la reelección, Juan Manuel Moreno, rezume entusiasmo e incluso se vea como “el hombre de moda” en nuestra comunidad visto como surfea en una ola demoscópica que cada día le acerca más a una victoria holgadísima, aunque no absoluta. Tanta es la confianza que le cuesta disimular menos sus ataques y desmarques de Vox, como si le preocupara relativamente una posible negociación con la ultraderecha a partir del 20-J.
El resto de candidatos ha mimetizado al presidente sin tener precisamente el mismo aliento formidable de las encuestas. Es el caso, por ejemplo, de la ínclita candidata de Vox, Macarena Olona, quien osa a ofrecerle a Moreno ser su vicepresidente. Ninguno de estos escenarios comparte el presidenciable socialista, Juan Espadas, convencido de una “remontada épica” gracias a que, según sostiene, es el único que está haciendo una verdadera campaña con numerosos actos diarios de aforos medianos o pequeños.
Ciudadanos piensa que, hoy en día, está mejor que cuando empezó la campaña y a esas sensaciones se agarra como un asidero tras el buen comportamiento de su candidato Juan Marín en el debate de hace justo una semana en Televisión Española. Ese debate encumbró también las expectativas de Adelante Andalucía, cuya candidata Teresa Rodríguez ejerció el papel contestatario a la ultraderecha que dejaron huérfanos de manera incomprensible la mayoría de líderes políticos. Tanto es así que aspiran y dicen rozar el grupo propio, lo cual sería todo un éxito vista la desventaja presupuestaria con la que están compitiendo respecto al resto de adversarios. Y la plataforma de Por Andalucía, pese a la insignificante presencia y protagonismo de Podemos en la campaña, defiende que su candidata Inmaculada Nieto es cada día más conocida y más valorada por la ciudadanía.
En definitiva, todos apuntan alto, siguiendo lógicamente el manual típico de campaña para animar a sus respectivas tropas, pero las urnas se encargarán el domingo de inflar y mantener algunos globos, pero pichar otros muchos. Y entonces los candidatos no sólo tendrán que gestionar sus resultados, sino sus expectativas infladas e impostadas.
