Esa postura no es la aconsejable para nadie. Toda persona es responsable de sus actos y éstos pueden serle muy dañinos si no se les considera en su verdadero valor. Tomar el sol en un lugar agradable causa placer; pero si se hace mientras otros se mueren de hambre, constituye un agravio.
Es necesario el descanso pero –como dice esa vieja máxima dedicada a quienes mandan– “no te quites el correaje mientras no se lo haya quitado el último de tus soldados”.
Preocuparse de las necesidades de los demás, antes que de las de uno mismo, es la norma sencilla que abre las puertas a la convivencia y a la unidad de acción de todos. Y hay que empezar por conocer cuáles son esas necesidades, no ignorarlas y menos aún el negarlas o combatirlas.
Quienes se obstinen en mantener esas posturas negativas hacen daño a mucha gente y, además, crean un ambiente de desconfianza que es dañino no sólo a personas sino que también lo es para la disposición del país en el conocimiento de asuntos a abordar en unión con otros países.
Hace sólo un par de días un prestigioso analista de la situación internacional –Darío Valcárcel– señalaba que Europa atraviesa un mal trance, aunque tiene estructuras y hombres para salir adelante. Que lo conseguido hasta ahora amenaza con deshacerse si no se avanza –podríamos decir si nos empeñamos en tomar el sol– con pasos bien medidos, con rigor en los análisis, espíritu de sacrificio, orden y sentido del deber. Si no hay esto, no hay nada.
Europa es totalmente necesaria, como lo ha sido siempre por su cultura e influencia en el pensamiento y hoy, en el tiempo que vivimos, lo ha de hacer unida. Otras fuerzas en presencia, con mayor peso cada día –Rusia, China e India– constituyen una seria amenaza para Europa, tanto más, cuanto mayor sea la falta de unidad europea y ésta, a juicio del citado analista, no se hará sin el entramado común de la defensa.
Y así se ha considerado en la reunión que el Consejo Europeo mantuvo en Bruselas el día 11 de este mes de diciembre. Es un paso importante en el acercamiento a la realidad, pero ahí no puede quedar la cosa, menos aún después de haber entendido esa necesidad. Pero de nada serviría si no se camina a buen ritmo y con la debida sensatez en el logro de ese objetivo. Es un trabajo difícil pero no imposible; de mucho esfuerzo, lógica e inteligencia.
En ese trabajo hay una parte que es esencial, de primer orden, que no debe dejarse a un lado; se cometería un grave error, repetición de algo que sucede desde hace mucho tiempo. La cuestión de la defensa no excluye a otras sino que es parte de todas y cada una de ellas. Las sirve a todas y de todas necesita apoyo, comprensión y participación. Es de todos.
La defensa de un país será tanto mejor cuanto mejor sea la educación de su gente, más elevada la calidad y cantidad del desarrollo de la ciencia en sus laboratorios y centros de investigación así como la innovación lograda para el país y para fuera de él. Cuando florezca el Arte en la mayor cantidad posible de ramas, cuando la gente esté satisfecha con su trabajo y más elevado sea el nivel de convivencia, comprensión y respeto hacia los demás.
Será la defensa de algo moralmente excelente, de algo que se puede ofrecer a todo el que lo quiera porque es bueno e incluso supera otra forma de vida. No impone nada, sólo defiende, en su caso, lo que es un bien de todos, que se ama y para el que se pide respeto.
No se trata de crear fuerzas materiales capaces de aplastar cualquier otra fuerza o sistema, sino de crear paz, en todo momento, para el desarrollo digno y libre de la vida de todos.