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¿Por qué ocurren las tormentas de verano?

Julio y agosto son los meses en los que se generan más tormentas debido a la presencia de aire cálido en las capas bajas de la atmósfera

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  • Lluvias en Sevilla. -

Las tormentas veraniegas, como las que se registraron este martes por la tarde, a menudo sorprenden a quienes habitan en las zonas afectadas, especialmente cuando vienen acompañadas de granizo y rayos. Sin embargo, estos fenómenos meteorológicos tienen una explicación científica que radica en la diferencia de temperaturas entre las distintas capas de la atmósfera y el ascenso de aire caliente a altitudes mayores.

Julio y agosto son los meses en los que se generan más tormentas debido a la presencia de aire cálido en las capas bajas de la atmósfera, que asciende hacia niveles superiores y puede desencadenar lluvias torrenciales, granizadas, descargas eléctricas e incluso tornados.

Aunque las tormentas pueden ocurrir en cualquier época del año, son más comunes en primavera y verano, según explica Rafael Requena, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET) en Aragón. Estas estaciones favorecen la formación de tormentas, especialmente en el noreste de la península ibérica, que incluye a Navarra, La Rioja, el norte de la Comunidad Valenciana, y sobre todo Aragón y Cataluña.


Para que se forme una tormenta, es necesario que exista "inestabilidad atmosférica", que se genera por una diferencia de temperatura entre las capas altas y bajas de la atmósfera. Esta inestabilidad es la razón principal por la que las tormentas son más frecuentes en las estaciones cálidas.

Otro factor clave es la temperatura del aire en las capas superiores de la atmósfera. Aunque el calor en la parte baja está "garantizado" durante el verano, si el aire en las capas altas también está cálido, no se produce el contraste necesario para la formación de tormentas, según explica el meteorólogo.

Cuando se presenta una pequeña onda o vaguada en los niveles medios y altos de la atmósfera, se genera un ligero enfriamiento que facilita que el aire caliente de las capas bajas ascienda. Si este aire caliente se encuentra con una capa superior más fría, continúa subiendo; de lo contrario, desciende nuevamente, por lo que es crucial que el enfriamiento del aire ascendente sea menor que el del aire en las capas superiores para que se produzca la inestabilidad.

El aire puede verse "forzado" a subir por varias razones, entre ellas, un calentamiento excesivo en las capas bajas de la atmósfera o la presencia de frentes que crean un contraste de temperatura, lo que provoca que el aire cálido ascienda por encima del frío.

Otro factor que contribuye al ascenso del aire es la orografía; cuando el aire se encuentra con una montaña, puede rodearla, pasar por algún desfiladero o ascender por ella, lo que explica por qué las tormentas son más comunes en áreas montañosas.

Finalmente, la convergencia de humedad en los niveles bajos de la atmósfera también puede desencadenar tormentas: cuando el aire húmedo y caliente se encuentra con aire frío y seco del interior, se genera un contraste de temperatura y humedad.

Según Requena, las tormentas de verano representan un desafío "termodinámico" y pueden ser peligrosas por diversos factores: las precipitaciones torrenciales, el granizo (que en ocasiones puede ser de gran tamaño), las descargas eléctricas y el viento.

Este último factor es "fundamental" ya que, en una tormenta intensa, el vórtice delantero puede generar ráfagas huracanadas que superen los 120 kilómetros por hora o incluso formar tornados en el caso de una supercélula.

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