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Desde el campanario

Imagina que no hay fronteras

Ningún pueblo necesita renunciar a su idiosincrasia para practicar el hermanamiento

Publicado: 22/09/2024 ·
16:26
· Actualizado: 22/09/2024 · 18:56
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Autor

Francisco Fernández Frías

Miembro fundador de la AA.CC. Componente de la Tertulia Cultural La clave. Autor del libro La primavera ansiada y de numerosos relatos y artículos difundidos en distintos medios

Desde el campanario

Artículos de opinión con intención de no molestar. Perdón si no lo consigo

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El nacionalismo pretende edificarse reciclando los escombros de los muros que derriban otras libertades. Mientras la solidaridad humana busca socios para robustecerse y diseñar un futuro en unión colectiva, los chauvinistas concéntricos levantan fronteras en los anhelos de su delirio.
 
Aquel lema, acuñado por el franquismo para congregar en un grito coral los conceptos de “Indivisible, imperial e independiente”, parece venirle a huevo a esos separatistas que añoran unos derechos, usurpados solo en el error de sus convicciones.
 
Tres palabras como todas las que han determinado durante siglos el fanatismo cegador de los intransigentes para apelotonar bajo un signo conductor, el vigor de sus excelencias. Una triada de notas definitorias bramadas casi siempre por la montaraz sinrazón del rebaño al servicio de los adalides inextinguibles. Siempre tres vocablos. “Non Plus Ultra” “Católica, Apostólica y Romana”. “En dios confiamos” “Honor, Lucha y Muerte” ”Una, grande y libre” “Por Dios, la Patria y el Rey”… Ahora, todos esos lemas consignatarios de la exaltación y la ceguera humana, se han transformado en acrónimos de tres letras mayúscula cuya traducción entraña algo más de dificultad que aquellos otros, pero que, al fin y al cabo, se sustentan en las mismas acotaciones ideológicas. Una especie de, esto es lo que hay y el que no lo acepte, carretera y manta. Evidentemente, con esa perspectiva disgregadora, Marco Polo no hubiera salido nunca de los canales venecianos.
 
Trata uno siempre de otorgar la presunción de honradez a cualquier pensamiento democrático, aun cuando este resulte discrepante o contrario al propio, No obstante, se siente un poco confuso con la determinación de ciertos individuos y le cuesta entender que, en un ejercicio de involución reaccionaria, algunos seres humanos contemplen en el independentismo, el nacionalismo o el separatismo, la solución a los males universales.
 
Me imagino por un momento que todos esos grupos secesionistas reunidos al amparo de las correspondientes siglas definitorias, se propaguen de tal forma, que el mundo quedara fraccionado en miles de mini estados tratando cada uno de imponer a los demás, su lengua, su cultura y sus tradiciones. Miles de latifundios cerrados a la universalidad de la raza humana en los que, a las puertas de sus murallas, existiera un portero automático con altavoz y mirilla donde escudriñar el pelaje del visitante y, en función de su aspecto, abrirle o cerrarle la puerta elevadiza que protege con hermetismo las penurias amistosas de sus pobladores. Cuanta tristeza provoca en el alma el simple concepto de semejante proselitismo. Es horrible pensar que la sangre diseminada a través de los siglos por los eriales de la razón y la unidad, sea despreciada por quienes acorazan su naturaleza para protegerse de su propia esencia de personas.
 
Me precio de ser andaluz. Me gusta mi tierra, mi gente y sus cosas. Pero también me gusta cualquier rincón de España y del mundo en el que sentarme a contemplar una puesta de sol rodeado de otras pieles, otras lenguas y otras costumbres. Me gusta contemplar el Mundo a vista de pájaro donde los únicos límites que se aprecian son los que marcan las siluetas continentales sobre la inmensidad de los mares y los océanos. La Tierra no tiene título de escritura alguno inscrito en ningún registro de la propiedad. No se pueden solicitar notas simples ni certificados de dominio terrenal. Somos los hombres los que parcelamos el usufructo de su infinita expansión para imponer leyes y soberanía sobre los que perturban nuestras posesiones.
 
Dice Lennon en su canción Imagine que se le podría tildar de soñador por la visión de un mundo sin fronteras a cobijo de un mismo cielo. Un mundo sin países. También dice que no era él, el único iluso que lo pensaba. Yo también estoy convencido de ello. Creo que somos muchas las personas que no entendemos como determinados grupos étnicos desprecian la filosofía del malogrado pacifista y de otros grandes pensadores, pretendiendo aislarse de la humanidad, corriendo una cremallera de rencor sobre el perímetro de su insensatez.
 
Ningún pueblo necesita renunciar a su idiosincrasia para practicar el hermanamiento. Por el contrario, la enciclopedia de la cultura y los conocimientos, la componen miles de fascículos editados en los lugares más remotos de la geografía universal. Pobre de estos desdichados alimentados por la xenofobia y la repulsa a sus semejantes. Para ellos la unidad y la avenencia son un ideal que no pueden pagarse a causa de sus aires de superioridad. Es una pena que prefieran las prisiones de su misantropía, a las libertades de un mundo unido y plural.
 
 
 
 
 
 
 
 

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