Que sean felices, lo demás da igual

Publicado: 12/10/2024
Autor

José Manuel Infante Gómez

Columnista mitad barbateño mitad madrileño. Redactor en web deportiva trescuatrotres.com

Días de barrunto

En palabras de su autor: "Intento decir lo que pienso pensando siempre lo que digo"

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El progreso pasa por enseñar a las nuevas generaciones, que son las que van a conducir el tren de la vida
El tiempo no se detiene nunca. A mucha gente le podrá importar o no, pero es un hecho inexorable y no queda más remedio que adaptarse a ello.  Es un continuado renovarse o morir. Por lo tanto, es inevitable que la vida en general evolucione y mejore. Escribo este artículo un sábado por la mañana y estoy embobado viendo el desfile de niños con sus respectivas equipaciones dispuestos a jugar sus partidos correspondientes. Esto me hace llegar a la conclusión de que en este tema sí que se ha evolucionado bastante.

No tengo, ni mucho menos, malos recuerdos de mi época infantil. Al salir del colegio, tocaba sentarse a hacer la tarea (eso de los deberes no me acaba de convencer) un rato antes de bajar a jugar hasta que mi santa madre se asomase a la ventana para avisar que tocaba cena y recogimiento. Los fines de semana tampoco estaban mal, ya que la bonanza de vivir en un pueblo pequeño permitía bajar a la playa o al río. También existía la posibilidad de ir al campo para recolectar unas piñas para degustar el inigualable sabor de sus piñones.

Pero esas eran opciones solo al alcance de unos pocos privilegiados, los que vivíamos a este lado del paraíso. En las grandes ciudades, todo se reducía a juegos en el barrio, no muy lejos de casa, y algunos ratos de televisión.

En la actualidad, el ocio mejora considerablemente a pesar de la abducción de la mayoría de los infantes por medio de móviles, videojuegos y demás artefactos diabólicos. Pero voy a hablar de las cosas buenas, que de eso se trata. Y más que buenas, las asociaciones y escuelas deportivas me parecen extraordinarias. Sobre todo, porque aportan a los niños una ilusión que, a esa edad, tiene un valor incalculable. Los entrenamientos durante la semana y los partidos del fin de semana suponen para los padres un esfuerzo extra, pero seguro que lo asumen con menos disgusto al ver como disfrutan sus hijos y prefieren verlos así antes que correr detrás de ellos para cazar pokemons, por poner un ejemplo.

Ahora toca meter la cuña de la mención a las escuelas de fútbol y balonmano de nuestra localidad, que permite a muchos niños y niñas el sueño de jugar vistiendo los colores del equipo de su pueblo. Me parece espectacular la labor de sus monitores y entrenadores, que merecen un aplauso enorme. Creo que el pueblo nunca podrá estar suficientemente agradecido a Manolo Quintero, el club Recortes de Mojama y la escuela del Club de balonmano Barbate que tanto pasean el nombre de Barbate por todas partes.

El progreso pasa por enseñar a las nuevas generaciones, que son las que van a conducir el tren de la vida. Y me consta que los niños y niñas de nuestro pueblo tienen muy buenos educadores  deportivamente hablando, además, por supuesto, de los maestros y profesores.

Frente a mi tengo a dos niños, devorando sus bocadillos mientras se felicitan por el triunfo obtenido con amplias sonrisas.

Y  viendo sus caras de felicidad me acuerdo del dicho de aquel genio: “La vida puede ser maravillosa”.

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