¿Ha finalizado ya la recuperación de la lesión de hombro?
—Todavía no, aunque ya he recuperado muchísimo. He estado en Barcelona durante un mes, trabajando tres horas todos los días con un fisioterapeuta en la ciudad deportiva del Barça. El tratamiento ha ido muy bien, pero todavía me duele un poco el hombro. Ahora toca la parte más dura, tienes que muscular y ponerte fuerte para que el hombro no vuelva a dislocarse. Para ello voy a trabajar con mi entrenador desde las 7 de la mañana diariamente.
¿El objetivo es estar lista para el inicio de la temporada que viene?
—Sí. Lo más probables es que el 20 de diciembre nos vayamos a entrenar a Venezuela. Todavía no es seguro, pero aunque fuera a Brasil o Kenia, nos moveremos de Tarifa. He perdido tiempo por la lesión, así que tendré que entrenar un par de meses para recuperar todo el nivel técnico y avanzar con trucos nuevos. En una semana me meteré aquí en el agua, para trabajar un poco, pero sin hacer maniobras, sólo ir y volver y dar algún saltito. Ahora toca ponerme muy fuerte físicamente para estar en el mejor nivel y con la mejor forma posibles para cuando me vaya a entrenar fuera.
¿Cómo se lleva el estar tanto tiempo fuera de casa?
—Ha sido duro porque he echado mucho de menos Tarifa, la cultura y cómo es la gente. Me gusta mucho Barcelona, soy de allí, pero echo mucho de menos esta zona. También a mi padre, que se ha quedado aquí trabajando. En Barcelona he estado con mi familia a la que hacía mucho tiempo que no veía. Siempre viajo con mi padre porque es mi entrenador técnico y mi representante, y viene conmigo a todas las competiciones. El haber estado casi un mes sin verle ha sido duro para mí y para él.
¿Qué es lo que más le ha llamado la atención en sus diferentes viajes por distintos países?
—Lo que más me ha sorprendido son las diferentes culturas que hay. Europa tiene países muy avanzados como Francia, Alemania, Inglaterra o España. Luego te vas a otros sitios con menos desarrollo, como Kenia, la parte norte de Brasil o Malasia. En estas zonas se ve un cambio de cultura y cómo hay gente que no tiene dinero para cosas básicas. Es lo que más me ha llamado la atención, ese cambio tan brusco y la desigualdad. Pero la gente es muy feliz allí también, siempre con una sonrisa. En República Dominicana no viven con grandes lujos pero son súper felices. No viven con tantos lujos pero llama la atención que sean felices y disfruten el momento, que en verdad es lo que queremos hacer todos.
El kite le brinda también la posibilidad de conocer a otros deportistas, como el portero del FC Barcelona Víctor Valdés o los pilotos del Campeonato del Mundo de Motociclismo.
—Me gustan mucho todos los deportes, sobre todo el fútbol y las motos. Aprovechando que estaba en Barcelona rehabilitándome en la ciudad deportiva del Barça pude conocer a Víctor Valdés y a Messi. Víctor hace kite y windsurf también, y cuando se enteró que estaba por allí le dijo al fisio que quería conocerme. Cuando lo ves en la televisión es muy serio, porque es su trabajo y es muy profesional. Luego, cuando le conoces, es muy simpático. Es un crack fuera y dentro del campo.
Por su página de twitter se aprecia que es usted fan de la tecnología.
—Soy un poco friki de los ordenadores y del Iphone. La verdad es que es un avance increíble y Steve Jobs fue un crack. El ordenador lo utilizo para muchísimas cosas. Además de para estar en contacto con los amigos, para estudiar, porque estoy haciendo Segundo de Bachillerato a distancia. También lo uso para revisar los entrenamientos que mi padre graba y ver los fallos y lo que hago bien. Además, veo las fotos que hacemos en los viajes o me entretengo viendo videos. Soy bastante adicta a todas las nuevas tecnologías. No puedo viajar sin Iphone y sin ordenador.
En todos sus reportajes aparece la palabra precocidad. ¿Cómo siente que la gente le perciba como ‘deportista de otra galaxia’ como señalaba recientemente el ‘El País’?
—Es un orgullo que digan eso de mí. Cuando me levanto por la mañana lo primero que pienso es en entrenar, en competir, en practicar kite, en dar el cien por cien para seguir ganando campeonatos. Que luego piensen eso de mí y que se reconozca todo el trabajo, todo el sacrificio y la ilusión, es una pasada. Además, en un deporte como el kite, que es minoritario y que no mucha gente lo conoce. Con tan grandes deportistas como hay en España, que te consideren parte de ellos y de otra galaxia es una pasada, realmente increíble.
Después de ganar tantos campeonatos ¿qué le anima a seguir compitiendo?
—La competición en sí me encanta. Desde muy pequeña me gustaba. Me acuerdo que cuando estaba de vacaciones con mi familia y jugábamos al parchís después de cenar siempre quería ganar. Intentaba sacar cincos para sacar las fichas y luego seis para avanzar lo más rápido posible. Siempre quería ganar a todo y cuando no lo hacía me enfadaba mucho. Creo que la competición la llevo en la sangre y desde muy pequeña participaba en campeonatos de natación. Empecé a competir en kite con nueve años en el campeonato de Europa y con diez en el mundial. Tengo 17 ahora y sigo en el mundial. Trato de darlo todo para intentar ganar y defender esa primera posición.
¿Cómo es su dinámica de entrenamiento?
—Es complicado porque no puedes compaginar los dos entrenamientos, el físico y el técnico, como hacen otros deportistas. Entrenar técnico en Tarifa en invierno es duro porque hace mucho frío y las condiciones son difíciles. Además, cuando navegas con esas condiciones, es muy fácil lesionarse. Normalmente hacemos dos entrenamientos técnicos al año, uno antes de la temporada y otro a mediados-final de temporada. Nos vamos a Brasil y estamos dos meses haciendo trucos nuevos y mejorando la solidez, la potencia y el estilo en el agua. Cuando vuelvo a España me pongo con el físico a tope. Antes de empezar la temporada intentamos compaginar un poco los dos entrenamientos. También tienes que mantener tu forma cuando estás fuera compitiendo.
¿Cómo compagina el deporte y el estudio?
—Por la mañana estudio como si fuera al cole, pero en vez de estar seis horas en el instituto estoy tres, porque vas más rápido con el ordenador. Eso sí, tienes que ser constante y ponerte todos los días cuando te levantas, y no ver la tele o a hacer otras cosas. Trato de hacer resúmenes de los temas y me pongo con las tareas que me envían los profesores. El temario es bastante extenso. Por las mañanas estudio y por las tardes, dependiendo del viento que haga, hago más entrenamiento técnico o físico.
¿Qué estudios le gustaría realizar en la universidad?
—Creo que voy a estudiar periodismo. Es una profesión dura pero me gusta. Como siempre soy yo la deportista a la que le hacen las entrevistas, me gustaría ponerme en el otro lugar, en el del entrevistador.
¿Qué pregunta no le han hecho nunca y se haría usted misma?
—Me han hecho preguntas de todo tipo, prácticamente todo el mundo sabe todo de mí, menos de novios, que no tengo ninguno, así que no hay mucho más que contar. Creo que las entrevistas que me hacen son bastante completas. Me gusta que me pregunten cosas técnicas, el truco más difícil. Pero es complicado y sé que tampoco se entiende bien.
¿Cuál es entonces el truco más difícil que ejecuta normalmente?
—El front blind mobe es uno de los trucos más difíciles de mi repertorio. Es súper bajito y cuando la gente lo ve no impresiona mucho, pero es muy técnico. Se realiza a sólo un metro y medio o dos de altura y en tres o cuatro segundos tienes que hacer dos rotaciones. Es muy técnico. De momento soy la única chica que lo hace, por eso para mí es el truco más valioso y el más importante.
¿Hasta qué edad tiene pensado prolongar su carrera deportiva?
—Creo que hasta que el cuerpo aguante. Intentaré llegar hasta los 23-24 años, que es cuando normalmente la carrera llega a su punto más alto. A partir de ahí no tienes tanta flexibilidad ni elasticidad. También tienes un poco más de miedo al hacer las maniobras por si te haces daño, ya que psicológicamente sientes más el peligro. El mejor momento es con 23 ó 24 años, luego vas poco a poco bajando tu nivel. Mi reto es seguir en lo más alto, ser la mejor en lo que me dedico. También tengo otros retos, como cuando crucé el Estrecho de Gibraltar con el ferry, ganar en los Doce Apóstoles en Australia y algún otro evento similar.
Explique en qué consistió la reciente recreación de la Batalla de Trafalgar.
—No era una competición de kite normal, sino que se hacía por equipos de las tres armadas (española, inglesa y francesa) que participaron en la batalla hace 200 años. Ahora queríamos que las tres tropas lucháramos entre nosotros sin armas, sin violencia, sólo dando lo mejor de nosotros, las mejores maniobras. Había diferentes batallas, una era abierta y todo el mundo podía participar, alistándote en la armada que querías. Luego había unas batallas individuales, donde cada corredor tenía que hacer una serie de trucos, y también teníamos batallas que iban de dos en dos. Dos de la misma armada compitiendo contra otros dos de las otras armadas. En total eran seis corredores en el agua y estaba muy chulo porque tenías que coordinar el truco con el otro rider, hacerlo a la vez para que se viera bonito. Era algo que nunca habíamos hecho. Al fin y al cabo, en el circuito mundial estás tú solo en el agua, si fallas la lías y si ganas eres tú. Aquí lo bueno de competir por equipos es que si fallas tienes al otro corredor que puede salvarte, y si falla el otro puedes responder por él.
Con la perspectiva de sus éxitos, la decisión de trasladarse a Tarifa fue acertada. ¿Qué te ha aportado la zona?
—Me ha aportado mucho a nivel deportivo y a nivel personal. Me mudé a Tarifa con 10 años y el principal motivo fue para compaginar los estudios con el entrenamiento. Podía entrenar de dos a seis de la tarde en el agua e ir a clase por la mañana. Eso me ha permitido quedarme en España y estar lo más cerca posible de mi familia y de mi madre, sobre todo. A nivel personal me gusta muchísimo la filosofía de vida que hay en Andalucía, es todo mucho más relajado que en otros sitios y se disfruta a tope. También comparto la filosofía que hay en Tarifa: practicar muchísimo deporte y un ambiente bastante bohemio. Me encanta Andalucía, la música, la comida, todo en general. Cuando viajo lo echo mucho de menos, sobre todo el jamón y la gastronomía.
¿Tiene más amigos dentro del kite o fuera?, ¿cómo mantiene el contacto?
—Tengo más amigos dentro del kite que fuera. Me fui con 10 años de Barcelona y hablo poco con las amistades que dejé allí. Ya todos somos más mayores y cuando eres tan pequeño no tienes tanta confianza con tus amigos. En Tarifa tengo muy buenos amigos. Mi mejor amiga está en Sevilla estudiando en la Universidad y también tengo amigos en Madrid, pero en general casi todos son del circuito mundial.
¿Qué tiene el kite como deporte que no tengan otros?
—Dos cosas. La primera es que, cuando lo practicas y haces las maniobras muy técnicas y difíciles, te proporciona una gran satisfacción. Cuando haces esos saltos tan grandes y vuelas, te sientes tan alto que miras hacia abajo y parece que lo ves todo desde un avión. La sensación es muy chula, es como si estuvieras en una montaña rusa, notas el cosquilleo en la barriga. La otra sensación que tiene este deporte y no otros es que, cuando estoy navegando, me gusta irme para dentro, desconectar de todo y que nadie me moleste. Sentir el viento en la cara y el olor del mar es una sensación muy intensa que me encanta. Es un contacto muy fuerte con la naturaleza. Es como cuando Kilian Jornet dice que, cuando está en la montaña, él se siente parte de ella. Para mí es el mismo caso, yo me siento parte del mar.
Una joven campeona del mundo
A pesar de su corta edad, Gisela Pulido es una competidora madura y una joven responsable que compagina estudios y deporte de primer nivel en una apretada agenda. Fiel seguidora culé, a esta campeona del mundo le gusta desconectar viendo series de televisión en su ordenador. Entre sus preferencias destacan House, How I met your mother, Scrubs, The big bang theory o House.
Ahora se ha embarcado en un nuevo proyecto de la mano de su padre ya que “además de entrenador y manager, mucha parte de esta idea es suya. Es un proyecto que salió de él y me encanto”.
La iniciativa tiene dos partes. La primera consiste en las escuelas de kitesurf, Gisela Pulido Pro Center, “que se pueden franquiciar por todo el mundo. Empezamos con una en Tarifa y otra en Fuerteventura. También queremos abrir en Barcelona y, después de España, intentaremos expandirnos por el mundo. Será más difícil, pero iremos poco a poco”.
De forma paralela, padre e hija trabajan en el proyecto de la marca deportiva, “que también está ligado a las escuelas porque todo el equipo que utilizamos allí está personalizado, desde arneses, chalecos, trajes neopreno o cometas. A partir de ahí vimos la idea de crear la marca con mi nombre”. Ahora queda esperar “que todo funcione bien. Nosotros estamos muy motivados. Además de estudiar y de entrenar es un proyecto que me hace muchísima ilusión que voy a llevar al máximo, tratando de hacerlo lo mejor posible”.