Con motivo del 25 aniversario del primer trasplante de hígado, el director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), Rafael Matesanz, ha explicado a la agencia Efe que los candidatos a recibir un nuevo hígado porque el suyo es inservible son “teóricamente muchos”.
Las 1.108 operaciones de este tipo que se hicieron en 2008 en España representan 24 por millón de habitantes, “y somos el país que más trasplantamos”, pero “si tuviéramos 50 hígados por millón trasplantaríamos a 50 personas por millón”, subraya Matesanz, fundador de la ONT en 1989.
Aunque a 1 de enero de 2009 la lista de espera se reduce a 694 personas, Matesanz explica que “no se incluye a más a gente” en ella porque no hay hígados suficientes y por ello se selecciona a las que tienen más posibilidad de supervivencia, como se hace con otros órganos.
Por ejemplo, se descarta a pacientes que tienen más de tres tumores, asegura Matesanz.
Pero los potenciales candidatos son más del doble, porque las enfermedades que pueden colapsar el hígado son muchas y van desde la cirrosis a los tumores y las enfermedades metabólicas.
Más de 16.000 pacientes aquejados de éstas u otras dolencias han podido vivir gracias al hígado de otra persona desde que los doctores Carles Margarit y Eduardo Jaurrieta efectuaron el 23 de febrero de 1984 el primer trasplante hepático en España, en el hospital de Bellvitge en Barcelona.
Veintiún años antes se había realizado el primer trasplante de hígado del mundo en el Veteran's Hospital de Denver, en Colorado (EEUU).
El receptor era un niño de 3 años afectado por una atresia biliar que murió a las cinco horas de acabar la operación.
Tras numerosos intentos en los sesenta y los setenta, la alianza entre la tecnología y la farmacología inmunosupresora permitió que la técnica mejorara en los 80 y en junio de 1983 la comunidad científica internacional declaró la intervención como una técnica de utilidad terapéutica demostrada.
En España los avances tecnológicos y una organización basada en la transparencia y en el trabajo de los coordinadores para convencer a las familias de los posibles donantes han hecho de nuestro país líder en trasplantes, incluido el de hígado.
Una de las posibilidades abiertas desde entonces es la donación en vivo, que permite a una persona dar el lóbulo izquierdo de su hígado (el más pequeño) a un niño o el derecho a un adulto, una opción ejecutable gracias a la capacidad de regenerarse que tiene este órgano.
Sin embargo, la tasa de esta donación no supera el 1,4 por cien, una cifra baja "por el riesgo que implica", explica Matesanz.
Un donante de riñón tiene 3 sobre 10.000 posibilidades de morir en la operación, mientras uno de hígado el 0,5 o el 1 por cien, explica Matesanz, que asegura que esto nunca ha ocurrido en las 222 operaciones de este tipo que se han realizado en España desde 1993.
En cualquiera de las modalidades, los niños son los que presentan mejores resultados con un índice de supervivencia a los cinco años de entre el 80 y el 85 por cien debido a que las enfermedades que obligan al trasplante son generalmente anatómicas y no virus que siguen atacando al hígado como la hepatitis C, muy frecuente en adultos.
De hecho, el récord de supervivencia de un trasplantado en España lo ostenta una mujer que lleva 23 años retrasplantada y que se operó cuando era niña.
En estos 25 años de trasplantes en España ha cambiado también el perfil del donante, cada vez de más edad.
Sin embargo, Matesanz rechaza que esto suponga un obstáculo en la calidad porque el hígado es uno de los que aguanta mejor la edad ya que es regado con venas y no por arterias, que son las que afectan más el paso del tiempo.
Respecto al futuro, el director de la ONT apunta a la regeneración de tejidos mediante células madre, pero reconoce que la investigación en el ámbito hepático no ofrece perspectivas a corto plazo.