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Peñín: "Hay razones para que Sanlúcar sea Denominación independiente"

El presidente y fundador de la Guía Peñín analiza en esta entrevista la situación de los vinos del Marco de Jerez y ofrece su opinión sobre el uso del BIB

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  • José Peñín. -
  • “Sanlúcar debe ir al justiprecio, aunque suponga un sacrificio al caer las ventas”
  • BIB: “Es una garantía, higiénicamente, es mucho mejor pero hay mucho inmovilismo”
  • “El consumidor ocasional está dispuesto a pagar más por un buen vino”

Lo encontramos, caña en mano, disfrutando de una copa de manzanilla en Bodegas Argueso. Periodista de profesión, anota en su móvil las diferencias entre la caña con la que Gabriel Raya le sirve directamente de la bota el vino sanluqueño, y la venencia jerezana. De visita en Sanlúcar, el fundador de la Guía Peñín nos atiende para explicar cuáles considera las claves de la situación actual del Marco de Jerez y su futuro.

“La calidad media de los vinos del Marco de Jerez es muy superior al resto de España”

¿Cómo definiría la situación de los vinos del Marco de Jerez?

—Una cosa es hablar del marco de Jerez y otra es hablar de los vinos de Jerez y de Sanlúcar de Barrameda,  la manzanilla frente a los vinos de las grandes bodegas. Son situaciones y circunstancias que a través del tiempo se han ido definiendo aún más. Sanlúcar, la Manzanilla, está teniendo un auge, una venta más importante, porque quizás está más cerca de la taberna, del nuevo consumidor, ese consumidor ocasional al que le van interesando los vinos de pequeños propietarios. ¿Qué ocurre con los vinos de Manzanilla de Sanlúcar? Que están amparados por una actividad personal. Son bodegas más familiares, nombres propios, mientras que si nos vamos a Jerez, son grandes corporaciones, grandes bodegas, marcas épicas. Con respecto a Sanlúcar yo propuse que hicieran una Denominación de Origen aparte porque hay más razones para que Sanlúcar sea una denominación independiente del Marco, por razones de vino y socio empresarial. Por razones de la crianza, climáticas e incluso hasta por las levaduras, que creo que estas son diferentes, hay razones para que sea una Denominación de Origen aparte. No sé si eso le va a ayudar al sector o una subzona, que hoy en día los reglamentos de origen creo que están sensibilizados para crear sus subzonas, para que cuando alguien compre, compre una manzanilla de Sanlúcar de Barrameda, no elaborada en Jerez aunque sea el producto de Sanlúcar.

Y ¿en cuanto a calidad y precios?

—La calidad media de los vinos de Jerez con respecto al resto de España es muy superior. Un aspecto negativo es que los precios son insultantes. Todo eso se debe a la poca eficiencia que ha tenido el sector del vino jerezano para defender un producto que es de calidad y no sumirse a las imposiciones de los compradores, fundamentalmente extranjeros.  La sensación que yo tengo cuando vengo al Marco de Jerez es que las bodegas están muy estancadas. Hoy te vas a La Rioja y ves unas bodegas con unas salas de cata, zonas para el enoturismo… Y aquí, como los márgenes son tan pequeños, no permiten hacer inversiones de arreglar incluso las fachadas.

¿La estrategia de las bodegas de Sanlúcar debe ir hacia esa modernización?

—Creo que es todavía muy difícil. El valor añadido que han obtenido las bodegas de Sanlúcar es muy pequeño. Han estado también supeditadas a las grandes casas que han comprado al precio que ellas han querido y no han dejado un margen para invertir en imagen. Lamentablemente, de las zonas señeras de España, la más pobre, la que tiene un paisaje bodeguero más lamentable, es precisamente Jerez y, en particular, Sanlúcar de Barrameda. No es dejadez, es que han trabajado de otra forma. La supervivencia de Jerez y de Sanlúcar se debe más a una cuestión emocional, el amor hacia algo. Le exige menos un empresario de Sanlúcar a su negocio que empresarios del vino de otras zonas vitivinícolas. Hay una parte de embrujo, de emoción, sensibilidad, que son capaces muchos bodegueros de dedicarse a otra cosa pero sin abandonar la bodega. Eso no se da en otra parte del mundo.

Los bajos precios, ¿se deben sólo a la injerencia del mercado internacional?

—Ha sido así. Mientras que la manzanilla arrasa en España, en el extranjero no es así. Eso es debido a que la capacidad de las bodegas para una conexión de marketing internacional es mucho menor que el boca oído que puede haber funcionado en España y que ha permitido que no solamente la Manzanilla se beba en Andalucía sino también en el resto de España..

¿Los consumidores nacionales valoran más el producto artesanal, de esas pequeñas bodegas?

—A muchos de los consumidores ocasionales, que son los que tienen dinero para comprar, no les importa gastarse un poco más si es de calidad porque saben que va a ser algo ocasional. Está ocurriendo una sensibilización del consumidor de ir más allá. No les importa que tenga que costar 3 euros una botella, sino que sea ese vino diferente aunque les cueste más caro. 

Junto al precio, hay otro caballo de batalla en el que está inmerso Sanlúcar y es la utilización del Bag in Box. ¿Qué opinión le merece?

—Yo estoy en contra de la estética tradicional. Siempre he defendido lo práctico frente a la tradición. El BIB higiénicamente es mucho mejor. Estoy escribiendo un artículo sobre este tema y estoy teniendo una experiencia del BIB en casa y llevo ya un mes y medio con un BIB y estoy comparando y el vino está igual. El tema de la imagen, si las fuerzas vivas del Consejo Regulador y los exportadores están en desacuerdo con el BIB no será por un tema de higiene evidentemente, sino de imagen. Pero ¿qué es imagen? La imagen no la da una botella que vendan en Ámsterdam a un euro y medio. Esa es la peor imagen que puede darse. Yo creo que cuando ya el tapón de rosca o el corcho sintético vayan entrando, por qué no puede entrar un producto que además se almacena mejor. . Los argumentos del Consejo Regulador son más tibios y tienen que ver con la imagen. ¿Qué imagen? Hagamos la prueba, pongamos unas cajas mejores, más bonitas… todo es inmovilismo, hay mucho inmovilismo.

¿Cuáles son sus preferencias entre los vinos del Marco?

—He probado excelentes vinos, desde las catas de hace 30 años, cuando las diferencias entre uno y otro eran mucho mayores. Ahora prácticamente no las hay. En cuanto a la tipología, me gusta un palo cortado que sea palo cortado, un oloroso que esté equilibrado la parte oxidativa con todos los valores adquiridos del tiempo de oxidación de las botas, me gusta un amontillado si la crianza biológica y la oxidativa están perfectamente reguladas y no refrescadas, pero que tampoco se pasen de exceso de envejecimiento. Estoy totalmente de acuerdo con la crianza biológica.  

De las recientes catas que ha hecho, ¿qué vino le ha sorprendido favorablemente?

—Me ha gustado mucho La Kika, San León, Elías González -que no lo conocía- y me gustan mucho las manzanillas pasadas – pero que no se pasen – ese punto límite. Toda la suma de la evolución biológica de ese vino me encanta porque te llena la boca, terminas de beberlo y sigues manteniendo los rasgos. La cuestión está en más crianza, más velo en flor, más rotación. No me interesa a mi el vino que no tenga el carácter biológico, el amargor, la sensación salina, yodada.

¿Qué opina de los vinos de añada?

—Me interesa mucho la relación de las personas con la viña y el vino, en el trabajo del vino. Ahora, yo sé lo que es una palomino de añada, qué pasa con un vino de añada –en el caso del  blanco joven- con respecto a un vino de envejecimiento dinámico como puede ser solera criadera. El concepto de vino de añada con todos los elementos minerales de la viña, creo que sería mejor con otra variedad. La palomino para mi es crianza.

¿Qué vinos obtienen las puntuaciones más altas?

—Las más altas las sigue teniendo, en general, el equipo Navazos. Porque lo que hace es que la bota que siempre hay cojonuda de una bodega, quedarse con ella. Eso es jugar con ventaja. ¿Defecto? Que son pocas cantidades. Si a nadie le importa vender sólo 200 botellas, pues sí se va a ganar las puntuaciones.  

¿Hay equilibrio entre las puntuaciones y el factor comercial?

—Ese es el gran problema. La solución está en vender eso caro. Y ese quizás sea el futuro de los vinos de Sanlúcar. El justiprecio en base a la calidad. Aunque eso suponga un sacrificio de que las ventas caigan, pero el tener un soporte para que, al caer, uno tenga la capacidad para remontar pero con el precio adecuado. De hecho, ya hay bodegas que están vendiendo más caro y no les pasa nada.

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