El asunto se llama NutriScore: El caso es que el 'mini-Ministerio' de Consumo se ha propuesto imponer una nueva normativa de etiquetado de productos alimentarios, para transmitir una supuesta mejor información sobre su calidad nutricional.
La 'gracia' viene cuando uno enfrenta la etiquetita de marras del aceite de oliva con la de los Chocapic u otra fórmulas utraprocesadas de desayuno: entonces uno descubre que esas cajas de cartón rellenas de pienso mañanero son 'mejores' que nuestro aceite de oliva.
Déjenme que les recuerde que Andalucía aporta el 76% a la producción de aceite de oliva de España y casi el 30% del volumen mundial. Así las cosas, Elías Bendodo vi el filón político y decidió abrir brecha con una una campaña en las redes, aprovechando el ayuno y abstinencia del miércoles de ceniza, para darse un 'lingotazo' de jamón y oro líquido al grito de #YoAceiteYJamón.
Un día después fueron numerosas instituciones de la comunidad científica las que se manifestaron contra los dislates del NutriScore “por la falta de reconocimiento del aceite de oliva virgen como alimento saludable”. Según los investigadores, el sistema “no ha demostrado de forma fehaciente y con garantía científica que sea beneficioso para la salud pública”. Pero dicen más: para ellos, el sistema que implanta el ‘miniministro’ Garzón “es un argumento negacionista del calentamiento global”. Chúpense esa.
Para colmo de males, el alcalde de Málaga —sin competencia, oficio ni beneficio en este polémico entierro— decide entrar en juego, acoge en la Casona al titular de Consumo y se pone de su lado para hacer de abuelo cebolleta y decirle al consejero de Presidencia de la Junta de Andalucía que no saben de lo que hablan. A cambio, el 'yayo Paco' consiguió que el ministrillo de la 'izquierda comprometida' escurriera el bulto en el asunto del mamotreto del Puerto que él pretende perpetrar. Es decir, ha sido un te cambio 'patadita a Bendodo' por un 'olvida tu compromiso anti-rascacielos'.
El sainete que les describo sería divertido si solo fuera el guión de una comedia de Paco de la Torre ¡Perdón, de Paco Martínez Soria! Pero, en medio de una durísima crisis económica, parece que algunos creen que es el mejor momento para jugar con nuestra industria alimentaria. No les extrañe que arda Troya.