Por qué crece el fascismo

Publicado: 02/03/2021
Autor

Rafael Sanmartín

Rafael Sanmartín es periodista y escritor. Estudios de periodismo, filosofía, historia y márketing. Trabajos en prensa, radio y TV

Patio de monipodio

Con su amplia experiencia como periodista, escritor y conferenciante, el autor expone sus puntos de vista de la actualidad

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A cuarenta y un años del triunfo memorable de la democracia y el andalucismo sobre las trampas impuestas por los partidos mayoritarios en número de votos...
A cuarenta y un años del triunfo memorable de la democracia y el andalucismo sobre las trampas impuestas por los partidos mayoritarios en número de votos, es hora de reflexión. Debería ser hora de aprender, que parece más difícil. El 28 de febrero de 1980 rompió los esquemas preparados por los partidos mayoritarios para frenar la Autonomía de Andalucía. Andalucía hizo el esfuerzo pero no descubrió la verdad. Cuando dominaba el deseo de cambio, y mientras se intentaba unir a toda la oposición democrática para romper con el pasado e imponer una democracia representativa, el que pronto sería principal partido de la izquierda adoptó una estrategia muy alejada de la izquierda para alcanzar su objetivo. La oposición democrática quería romper con el fascismo. El PSOE rompía con la oposición democrática al optar por las reformas.


Quienes presumían de federalismo, al tiempo que practicaban el más feroz centralismo, sólo reconocían dos comunidades ampliadas a tres al basar el derecho en la presencia de idioma diferenciado. Así se llegó al 4 de diciembre: mientras las reuniones de la Asamblea de Parlamentarios ocupaban el tiempo en sacar a Ceuta y Melilla de Andalucía, ni una sola vez fue pronunciada la palabra Autonomía. Ese desinterés fue lo que movió al grupo Averroes Estudio Andalusí, a convocar a todos los partidos, asociaciones, sindicatos y personalidades independientes a preparar una gran manifestación rechazada por los partidos parlamentarios hasta que vieron el riesgo de quedarse solos en su negativa. Pero figurar entre los convocantes y ocupar espacio en la cabecera, no impidió al PSOE mantener su política anterior. Y el 28 de diciembre de 1979 votó a favor de la Ley de Referéndum, seguros de imposibilitar con ello la superación de consulta alguna.


Se llegó a 1981 con la Autonomía en manos de los anti-Autonomía. Es que soberanía no es igual a sabiduría. La confianza en unas siglas trajo la contradicción más dañina, con unos gobiernos de supuesta izquierda y derecha real que han tenido cuarenta y un años para llevar a los votantes a la conclusión errónea de que la Autonomía “sólo es útil para gastar dinero”. Porque, realmente, no ha servido para resolver sus problemas. Han llevado a la desilusión y para eso han contado con un aparato administrativo, policial y propagandístico orientado a decepcionar a la mayoría que han vuelto a hacer silenciosa. Andalucía, lejos de prosperar se ha alejado más de las comunidades ricas, ha perdido industria, ha perdido capacidad comercial, ha sido invadida por entidades comerciales y financieras que se llevan sus ahorros y sus impuestos a otros lugares. Y la respuesta de la autoridad (in)competente ha sido la de Manuel Chaves a la creación de un banco andaluz: “No hacen falta más bancos”. Ya estaba en marcha la operación fusiones para acabar con las cajas de ahorros y concentrar el poder en media docena de entidades bancarias que ahora tienen más fuerza para imponer sus condiciones. La mayoría ve que en cuarenta y seis años no se ha avanzado pero en mucho se ha retrocedido. Y eso requiere un cambio. Y como los que lo han hecho se titulan de izquierda, pues...

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