Es uno de esos instante que marcan cada año el devenir del cofrade. La Santísima Madre de la Amargura ha vuelto a bajar de aquel rincón del cielo de San Juan de la Palma para sentir el clamor de sus devotos. Casi una semana, cinco días cara a cara frente a los tres siglos de la divinidad más sevillana. Su besamano anuncia que la Semana Santa está más cerca.