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Rabiosa actualidad

Ya no se capta la atención si no es con un pistoletazo.

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El adjetivo rabiosa puede dar mucho juego. En realidad todo lo que atraiga por excesivo hoy día se acoge con entusiasmo por el lector. Si se  sale de lo  anodino, atrae de forma morbosa al hombre medio. De ahí la propaganda, los golpes de efecto de los medios, la llamada a personajes estrafalarios o al menos extravagantes, la sinrazón de la razón. Todo esto está al uso como una propaganda que acaba haciendo hábito en el consumidor y hace un tipo de hombre sin sensibilidad a los tonos bajos de una gama natural. Ya no se capta la atención si no es con un pistoletazo.

 

Y sin embargo estamos necesitados de racionabilidad. La crónica política es un género, como basado en lo humano, que pide entramados sociales, culturales, históricos, económicos, que traben y expliquen conductas y aconteceres.  Nada porque sí, se echan de menos el dónde, cuándo y cómo del acontecimiento a la hora de informar como dice la escuela de periodistas, pero se agradecen mucho la búsqueda de causas, de origen de conductas que no solamente nos lleven al teñido moral sino sobre todo al psicosocial como ocurre en la novela realista. Es la forma de llevar contenido al quehacer humano y de rellenar el vacío que deja la intencionada propaganda.


 

Está necesitada la mente de fundamento lógico, metafísico, incluso ideológico que dé consistencia a la farfolla hueca de la intención de adoctrinar, inclinar, obligar a aceptar lo que le interesa al mercado. Nos  están dejando sin apoyo al movernos, sin humanidades, sin fantasía, que al fin todo eso es lo natural. Por eso los adjetivos, el toque original, el apelativo es decisivo en el lenguaje de hoy y es todo un arte en el que se dedica a seducir con la propaganda, con el colorido. Y de ahí surge, ya digo, un tipo de hombre nuevo, si no con mente distinta, si con distintas reacciones someras al enfrentarse con el mensaje.

 

No es lo mismo que yo titule Realidad que Rabiosa Realidad a lo que estoy diciendo que sugestionará a más de uno y lo preparará para deglutir mis párrafos. Lo malo es que la seducción es un impacto y la sensibilidad se acostumbra y exige subir la intensidad para causar el mismo efecto. Y esto es un proceso sin fin que acaba con cualquier estructura humana. Hoy día se hace difícil alcanzar un grado de originalidad escribiendo, o ejerciendo cualquier arte, y se recurre, cuando el que intenta tiene un tono bajo de chispa creadora, a medios no pocas veces chabacanos e intolerables. Mirad si no ciertas cadenas de TV. Ocurre en todo pero en la imagen se aprecia mejor este fenómeno. Y es la que más recriminación recibe. Es que por los ojos se nos entra lo mejor y lo peor de esta vida.

 

Da grima ver a muchos ‘profesionales de moral’ haciendo un sermón barato de fustigar conductas que acaba en cansino por falta de fundamento en su base social. Uno de los estudios más interesantes y más atrasados es el de la conducta social del hombre gregario. Han tenido mucho interés los moralistas de hacernos individuos responsables que carguen con la culpa y se ha quedado sin defensa el animal social que es el hombre con su refugio en el grupo y con su cortedad fuera de él. La propaganda de los políticos y los mercados son hermanas y buscan puntos flacos donde hacer blanco en este hombre que entre individuo y borrego está hecho un lío porque presenta puntos flacos. Si le digo estúpido se ofenderá como individuo racional, pero si le digo que la masa es amorfa y que se deja engañar con facilidad, lo tragará sin problema. Esta es la rabiosa realidad.

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