ENCINA GANGA CONSTANCIO, nacido en Sax (Alicante), se afilió al PSOE en su juventud, luchó contra el fascismo y fue sometido al procedimiento judicial incoado por la justicia militar a raíz de la Guerra Civil bajo la responsabilidad del tribunal militar territorial primero con referencias 8214, año 1940, 15500/1. Llegó a Algeciras, como prisionero de Guerra, y aquí, como otros, se quedó a vivir. Se caso con Cati su entrañable mujer, emparentada con la “tía Nica”, mítica estraperlista y persona de renombre en la ciudad en la década de los años 60.
Constancio fue primero, el padre de un querido amigo, después, o casi a la vez, una fuente inagotable de energía ética y política. En la penumbra de los últimos años de la dictadura, trasmitía destellos de pensamiento liberador. Meticuloso en los análisis de la realidad, exhaustivo en las disquisiciones, prolijo hasta lo increíble en el recuerdo de lo vivido. Ya decía el autor del Quijote: “El ver mucho y el leer mucho aviva los ingenios de los hombres”. (25) DQ II, 4. Nos trasladaba, a un grupo de jóvenes entonces, la ética del vivir en fraternidad y una estética de coherencia y verdad. Sobre todo trasmitía un inmenso amor a la libertad, tanto como el que vierte sus pensamientos Cervantes, autor al que Constancio conocía muy bien y del cual ofreció en esos años de amistan un buen recetario: “La libertad Sancho es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos: con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra, ni el mar encubre” (109) DQ II, 58 O aquello de que: “No hay en la tierra, conforme a mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida” (112) DQ I, 40 Nos hicimos adultos y entonces pasó a ser un compañero, un amigo entrañable. Con la fuerza de la razón y su tesón fuimos compartiendo los sueños de fraternidad y libertad de aquellos hombres y mujeres que lo dieron todo, hasta la vida, por defenderla. La palabra está unida en Constancio con su acción. Trabajador inteligente y artista fecundo. Sus manos de carpintero han modelado la madera al igual que su mente ha recreado el pensamiento. Una cultura vastísima fraguada en un constante autodidactismo provocaba en nosotros un anhelo constante por conocer, por aprender. La pluma de Cervantes define en este texto una buena parte del carácter de este hombre (con mayúsculas). Su amor a la verdad y su concepto de la justicia han enmarcado toda su vida: “Unos, van por el ancho del campo de la ambición soberbia; otros, por el de la adulación servil y baja, otros, por el de la hipocresía engañosa…, pero yo, inclinado de mi estrella, voy por la angosta senda de la caballería andante”. (208) G La Galatea III.
Fdo Rafael Fenoy Rico
Última Columna
a Constancio Encina un socialista de verdad
No hay en la tierra, conforme a mi parecer, contento que se iguale a alcanzar la libertad perdida. Cervantes. D. Quijote
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