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El Valle de la Muerte

Doble significado tiene el Valle de los Caidos monumento a la egolatría de un hombre, Franco, que dispuso sobre las vidas y haciendas de España

Publicado: 24/07/2019 ·
17:42
· Actualizado: 24/07/2019 · 17:42
Autor

Rafael Fenoy

Rafael Fenoy se define entrado en años, aunque, a pesar de ello, no deja de estar sorprendido cada día

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En este blog se pretende compartir análisis, reflexión y algo de conocimiento contigo persona lectora

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Nombre cinematográfico donde los haya, sobre todo porque evoca una imagen dramática y terrible asociada a lo verdad más temida de la humanidad. La Muerte. En el imaginario franquista se utilizaba hasta la extenuación la palabra “caidos”. Y en todos los pueblos de España se erigieron lápidas y estelas donde se esculpían los nombres y apellidos de quienes murieron según rezaba la leyenda “Por Dios y Por España” o simplemente “Por la patria”.  De aquellos que también murieron en combate pero pertenecían al bando contrario, al bando rojo o republicano, nada que decir y menos que recordar. Ya se sabe que la historia la escriben siempre los vencedores, es decir los supervivientes.

Caídos es una palabra relacionada con descender y en castellano se relaciona con lo inerte. Y en este sentido nada que ver con las palabras tirar o arrojar. Caer supone estar sujeto a la fuerza de la gravedad y esta es causante nunca culpable. La culpa siempre va ligada al ejercicio de la voluntad humana y en esto de hacer caer a otros seres humanos no parece que lo promuevan los buenos sentimientos.

En el origen de uno de los grandes valles de la muerte, El Valle de Los Caidos, no aparecen estos sentimientos bondadosos, ya que se construye a fuerza de hacer caer a miles de prisioneros que lucharon en buena lid según sus conciencias o por obligación de defender a la república, atacada por aquellos que juraron lealtad. Doble significado tiene este inmenso monumento a la egolatría de un hombre, Franco, que dispuso con mano de hierro sobre las vidas y haciendas de más de media España vencida. En su construcción cayeron miles con el único objetivo de enterrar a otros miles ya muertos en combate. Estos siguiendo la terrible lógica de la guerra, aquellos, los constructores, masacrados, diezmados y explotados hasta la extenuación siguiendo la macabra lógica de la cruel venganza. Unos y otros víctimas de la Guerra incivil.

Y aún hay quien pretende que ese inmenso monumento no sea objeto de una especial redención, porque aún huele al fascismo asesino. Lavar y depurar, los terribles crímenes, las gravísimas injusticias cometidas es un deber de esta España democrática, ya que sólo de esta forma podrá pasar página definitivamente a medio siglo de su historia reciente. Los Valles de la Muerte se multiplicaron por la España durante la guerra y más cobardemente en postguerra, y es hora de conocer que ocurrió en cada uno de ellos, para guardar recuerdo de todas las personas que murieron, de uno u otro bando, y restituir la memoria de quienes, primero la represión y luego el olvido oficial y silencio, el fascismo deseo borrar de la historia. Pero no parece que esto ocurra porque quienes gobiernan al fin y al cabo hacen gestos, sólo gestos.

Fdo Rafael Fenoy Rico

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