Y es que el día no podía comenzar peor para los intereses de los cofrades gaditanos. Lluvia y más lluvia, no muy persistente, eso sí, pero lo suficiente como para suspender las salidas procesionales como ocurrió en la noche del lunes con Vera Cruz. El cielo encapotado no presagiaba nada bueno, pero a medida que avanzaba la tarde el sol comenzaba a asomarse tímidamente por entre las nubes.
Así que a las cinco y cuarto de la tarde todo estaba ya preparado para que el Señor atado a la Columna, la portentosa talla de Jacinto Pimentel, acompañado por los dos sayones flagelantes que rematan el paso de misterio, comenzara a echar andar desde San Antonio con dirección a Ancha camino de La Catedral con la música de la agrupación musical Sagrada Cena detrás.
Detrás, la Virgen de las Lágrimas, obra de Domenico Giscardi, hacía su aparición por el dintel de la parroquia de San Antonio ante el numeroso público que se congregó para ver la salida de esta cofradía. El paso de palio, que este año estrenaba la parihuela, comenzó su caminar al mimado mecido de sus cargadores, con los sones de la marcha Lágrimas del maestro José Cubiles interpretada por la banda de música Nuestro Padre Jesús Nazareno.