Lo que en este texto se exponer cuenta con la comprensión de quienes se sienten profundamente andalucistas y en esta fecha rememoran la hazaña de todo un pueblo (55% dijo SI) que no se dejó apabullar por la voluntad excluyente de los políticos burgueses inventores de las “nacionalidades históricas” en la España de 1978.
Volverán las oscuras golondrinas políticas, otrora del poeta, a pretender engañar mediante frases grandilocuentes acerca de las bondades y de los grandes logros alcanzados desde 1980, año del referéndum. Pero la realidad se muestra tozuda y quien desea ver, mira, indaga, comprende y concluye, que después de 39 años Andalucía sigue siendo la región más castigada, no ya de España sino de Europa, en muchos aspectos.
Evidentemente en las dos primeras décadas llegaron recursos procedentes de Europa, en forma de “fondos estructurales”, y ello permitió a los gobiernos apuntarse tantos, mostrando nuevas infraestructuras donde poco había. Y, ¡claro!, luce la plata cuando se la limpia. Pero era y es evidente que lo que le pertenece al conjunto de la población andaluza sigue siendo secuestrado e invertido en otros territorios que posiblemente tengan más “angel” para defender lo propio y el derecho al disfrute de lo ajeno.
El agravio comparativo ha sido la constante en esta Andalucía donde las gentes se entretienen con mil conmemoraciones, cuando no hay religiosas, las hay feriadas y, cuando estas no llegan o tardan, las futboleras están a la orden del día. Todo aquello que los emperadores romanos conocían bien para mantener a la plebe distraída: Pan y Circo. Lo malo de esta tremenda historia es que a muchas familias andaluzas se les niega el Pan y la Sal.
¿Qué lo dicho son slogans? Basta mirar un territorio cualquiera. ¿Miramos el más cercano? Al número de personas afectadas por algo se les llama tasas. Tasas de desempleo, las más altas. Tasas de salarios más bajos, las más altas. Tasas de listas de esperas medicas, las más altas. Tasas de inexistencia de servicios ferroviarios, las más altas. Tasas de migración al extranjero, las más altas. Tasas de abandonos escolares, las más altas. Tasas de desatención a las personas dependientes, las más altas. Tasas de contrabando de todo tipo tabaco, drogas, las más altas… Y no se entiende como esto es posible “gozando” este territorio con un superpuerto, complejos petroquímicos y siderometalúrgicos, una colonia que da empleo a miles de españolas y españoles…
Y no paran de venir políticos, de todos los colores, año tras año, y prometen y prometen, el “oro y el moro”, haciendo mutis por el foro: ¡ahí os quedáis! Algunos cobrando sueldos “escandalosos”, para las precarias y endeudadísimas economías municipales. ¡Ah! Y todo para mayor gloria de este nuevamente penoso 28 de febrero. La realidad es la que invita a preguntarse: ¿Para qué tanta autonomía?