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Lunes 29/04/2024  

Huelva

El adiós de Emilio Silvera

Ha decidido poner punto y final a su trayectoria profesional y anuncia para el día 28 y en la localidad de Manzanilla su última actuación pública

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  • Emilio Silvera con su hijo. -

La afición taurina onubense ha recibido un duro golpe en los últimos días cuando ha conocido la decisión tomada por el matador onubense Emilio Silvera González de dar por cerrada su etapa profesional. Pone de esta forma el punto y final a una trayectoria de más de medio siglo de actividad taurina en la que siempre ha estado en boca de los aficionados onubenses.

Hijo del que fuese novillero Emilio Silvera Pérez, Emilito -como era conocido en sus primeros tiempos- fue viendo crecer su afición taurina desde la infancia, cuando acompañaba a su padre a diversos tentaderos. Y, muy pronto, comenzó a prepararse en espera de poder debutar en los ruedos.

Una de sus primeras actuaciones fue en la desaparecida Plaza Monumental de Huelva el 5 de octubre de 1980 en un festival benéfico. Aquella tarde le acompañaron Francisco Ponce ‘Currito’ y Manuel Suero ‘Batalla’ para lidiar reses de distintas ganaderías comprovincianas, y el torero se entretuvo en cortarle las dos orejas a sus oponentes. Al año siguiente volvió  a torear dos festivales en esta plaza antes de su definitivo cierre.

Al carecer la capital de instalaciones taurinas, Emilio toreó en muchos pueblos de nuestra provincia, logrando numerosos triunfos que le llevaron a debutar con caballos en Ibiza el 10 de julio de 1983. Su esperanzador futuro hizo que los Choperitas se interesaran por él para apoderarlo durante un tiempo.

En un gran momento llegó a Huelva el 29 de julio de 1984, participando en la primera novillada de la recién reinaugurada plaza de La Merced, siendo el primer torero en cortar un rabo y el primero en abrir la puerta grande. Comenzaba el idilio Emilio Silvera-Huelva.

El Servicio Militar cortó su trayectoria y el hecho de estar destinado en Melilla prácticamente le apartó del toreo. Aún así logró debutar en Las Ventas el 1 de mayo de 1985 y en  Sevilla el 23 de junio, poniendo de manifiesto su situación profesional. Una vez licenciado, pudo proseguir su carrera y llegar al 2 de agosto de 1986, tarde en la que José María Manzanares le cedió el toro ‘Arrumbador’ del hierro de Gabriel Rojas en presencia de Paco Ojeda. Esta alternativa le permitió actuar en diversos festejos y el 23 de junio de 1991 confirmó su alternativa actuando al lado de Luis Reina y José Luis Bote.

Emilio también ha toreado en tierras francesas, donde debutó el 2 de mayo de 1993 y lo  hizo en la plaza de Villanueve y Marsans junto a Antonio Ruiz ‘Soro II’ y Antonio Mondéjar. Más recientemente, el 25 de junio de 1996, debutó en tierras americanas, concretamente en la peruana de Chotas trenzando el paseíllo junto a Fernando Cámara y Miguel Martín.

Emilio en La Merced

El torero onubense posee varios récords en relación con la plaza de La Merced, pues en la misma ha actuado en 31 ocasiones, de las que en 22 tardes han sido corridas de toros, tres novilladas y seis festivales benéficos. En estos festejos ha lidiado 61 reses y tras ellas ha dado la vuelta al ruedo en cinco ocasiones, ha cortado una oreja a 23 toros, las dos orejas a seis reses y en dos ocasiones ha paseado el rabo. También ha escuchado diez avisos.

Como ferias importantes hay que señalar la de 1992, en la que obtuvo el capote de paseo donado por el Ayuntamiento a la mejor faena, que también le fue reconocida en 1987, además de haber sido proclamado autor del mejor toreo de capa o mejor estocada en varios años.

Por el contrario hay una tarde de triste recuerdo, la del 3 de agosto de 1997, cuando un toro de Manuel Ángel Millares le infirió una gravísima cornada en un día en el que cortó cuatro orejas. Se recuperó pronto y reapareció el 8 de septiembre con un nuevo triunfo.

Últimamente se fue alejando de la actividad para dedicarse a preparar a su hijo Emilio, tercer eslabón de la dinastía, que el pasado 4 de agosto tomó la alternativa. Ahora llega el momento del adiós para Emilio Silvera y solo cabe decirle “Gracias por todo, maestro”.

 

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