Explicar lo obvio, ocupa de manera permanente a la investigación científica y filosófica. La manzana madura cae del árbol. A Newton le tomó mucho tiempo expresarlo en una fórmula útil para las pequeñas dimensiones.
No matarás es un principio obvio aceptado por todos, pero de “imposible cumplimiento” según las guerras habidas registradas por la Historia. El sentido común es el menos común de los sentidos, se dice con frecuencia al constatar algunos hechos, normas y comportamientos. En todos los casos, conviene pensar antes de hacer o tener fe en el continuo progreso explicado por los políticos y por los técnicos sometidos a ellos: el enorme Hotel Algarrobico fue construido en un parque natural protegido con la licencia correspondiente ¿Por qué no se lo derriba? El despilfarro por lo general ofende al sentido común.
Imaginemos que existe la impostergable necesidad de dar solución a una demanda de transporte que supuestamente colapsa las líneas de transporte público existentes, tren de cercanías y autobuses que unen las estaciones de Santa Justa y San Bernardo. ¿La única alternativa es solucionar el problema con un tranvía? O, también ¿existe la posibilidad de poner una línea lanzadera de autobuses eléctricos? Habría que tomar en cuenta la prioridad, la urgencia y el contexto con una economía nacional absolutamente debilitada por la pandemia, cuya recuperación al menos tardará diez años.
La primera alternativa es cara: transformación de las redes de infraestructura: alcantarillado, agua, electricidad, telecomunicaciones. También de los árboles y espacios libres. Construcción de estaciones y apeaderos. Junto a ello, la instalación del tranvía propiamente dicha con todos sus componentes ¿La red será aérea o subterránea? Una vez construida será irreversible. ¿Se autofinanciará o será subvencionado como el actual tranvía?
La segunda alternativa es más barata, más sencilla, tan eficiente como la primera, aunque menos ostentosa. Es de sentido común. Se trataría solamente de señalar un carril preferencial para los autobuses eléctricos: no se necesita formar a los conductores, no hacen ruido, no contaminan, y no roban la dimensión verde propia de Sevilla.
Parece no haberse hecho un estudio comparativo entre las dos alternativas tal como se ha procedido en otras ciudades europeas de dimensión similar a Sevilla. Han insistido en ello con referencias técnicas, sociales y económicas varios periodistas. Por su parte, han expuesto su postura contraria tanto los Ecologistas como Adepa, defensora del patrimonio cultural de la ciudad.
Piano piano se arriba lontano, dicen los italianos. Vísteme despacio que tengo prisa, se dice en España. ¿Tanto apremia la construcción del costoso tranvía?