Todas las vías están abiertas, pero los investigadores consultados por Efe piensan en la forma de actuar de ETA en los últimos años y esto les lleva a pensar que los etarras que han atentado en Palma pudieron haberse desplazado hace tiempo a la isla, colocar todas las bombas y después abandonar el lugar.
Y es que en los últimos tres o cuatro años, según los especialistas en explosivos, los miembros de ETA para protagonizar su mal llamada “campaña de verano” se trasladan a principios de año a los lugares elegidos para atentar, colocan bien ocultos los artefactos y los programan con temporizadores para que luego estallen en los meses estivales.
Para programar con tanta antelación los temporizadores, para que “den vida” al reloj que marca la hora fatídica de la explosión, utilizan pilas alcalinas de gran calidad.
El propio ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, no descartó ayer ninguna hipótesis sobre cuándo fueron colocados los artefactos, entre ellas la de que las bombas se colocaran “con anterioridad” porque hay temporizadores que permiten “un largo lapso de tiempo”.
“No descartamos ninguna hipótesis, puede ser que estén en la isla, que se hayan marchado; no descarto que las bombas se hayan puesto con anterioridad”, dijo el ministro, quien ha precisado que “hay temporizadores que permiten establecer un largo lapso de tiempo entre el momento en que se deposita la bomba y el momento en que se fija la explosión de la misma”.
ETA avisó de la colocación de las cuatro bombas, compuesta por menos de medio kilo de explosivo, en tres llamadas, que no obstante, según el ministro, fueron “incomprensibles” ya que no ofrecían datos concretos sobre el número de bombas y su localización.
La primera se recibió en los Bomberos de Calviá, a los que informaron de que se iba a producir la explosión de una bomba en un restaurante de la playa de Palma.
Diez minutos después, la emisora de Radio-Taxi de San Sebastián recibió otra llamada, realizada desde una cabina telefónica de la compañía France Telecom, en la que se advertía de que entre las doce y seis de la tarde se iba a producir el estallido de una bomba.
La tercera la recibió de forma errónea un ciudadano cordobés que, pese a considerar que era “una broma de mal gusto”, avisó a la Policía, que sólo pudo desalojar el restaurante Enco, con estos datos tan confusos.
Las bombas que ETA colocó fueron cuatro porque, aunque en un principio se pensó que la explosión del Bar Nica era fortuita, ya se da por seguro que una fue colocada por la banda terrorista.